Si el enfrentamiento entre Donald Trump y James Comey era ya intenso, desde el domingo pasado se ha recrudecido. Todavía más. La cadena ABC emitió una esperada entrevista con el director del FBI al que Trump cesó en mayo del año pasado cuando estaba al frente de la investigación del Rusiagate, y en ella Comey aseguró que «Trump está moralmente incapacitado para ser presidente».

No es la única declaración explosiva contenida en una entrevista de cinco horas (que se editó en un programa de 60 minutos pero cuya transcripción completa se colgó en internet). Y Comey, cuyo libro de memorias se pone a la venta hoy, se explayó en el demoledor retrato del presidente al que, como en lo escrito, volvió a comparar con un capo de la Mafia. «Habla y trata a las mujeres como si fueran trozos de carne, miente constantemente sobre temas grandes y pequeños», denunció. «Nuestro presidente debe encarnar respeto y adherirse a los valores centrales de este país, de los que el más importante es la verdad. Este presidente no es capaz de hacer eso».

La entrevista es solo el primero de un aluvión de actos promocionales que hacen augurar al menos un par de semanas de duelo al sol. Trump, que según la portavoz de la Casa Blanca solo vio «trozos» de la entrevista, ya lleva días atacando a Comey en Twitter y volvió a hacerlo ayer. Funciona a plena máquina la campaña de su equipo, los republicanos y los medios conservadores para tratar de desprestigiar al antiguo alto cargo.

Pero el propio Comey ha demostrado que ha entendido las reglas del enfrentamiento. Hasta Kellyanne Conway, asesora de Trump, ha dicho que «el presidente está muy confundido porque esta persona sea siempre capaz de llevar los focos hasta sí mismo».

Bajo esos focos, Comey reitera disciplinadamente su mensaje y no duda en ir a lo que sabe que más le duele a Trump. Lo demuestra que en la entrevista entrara en detalles sobre sus conversaciones con el presidente sobre las alegaciones más escandalosas contenidas en el dosier del exespía británico Christopher Steele, según las cuales los rusos tenían grabaciones de un encuentro de Trump en el 2013 en un hotel de Moscú con prostitutas, a las que habría pedido que hicieran una lluvia dorada sobre la misma cama en que durmieron Barack y Michelle Obama. Aunque la información no ha sido verificada, la opinión de Comey, pese a las negativas del presidente de que nunca ocurrió, es que no se puede descartar.

VULNERABLE AL CHANTAJE RUSO / Ese episodio está vinculado a otra opinión de más trascendencia política que Comey mostró en la entrevista. Cuando se le preguntó si cree que los rusos tienen «algo» sobre Trump que podría hacer vulnerable al chantaje no lo descartó. «Es posible, no lo sé, pero es posible», dijo. Matizó, eso sí, que le parece «improbable».

El exdirector del FBI logra mantener vivos, además, los titulares sobre el Rusiagate, las pesquisas que dirige el fiscal especial Robert Mueller y que sacan de quicio a Trump. Comey habló del día en que el presidente le hizo quedarse a solas en el Despacho Oval, haciendo salir incluso al fiscal general, Jeff Sessions, y le pidió que dejara de investigar a Michael Flynn, el fugaz asesor de seguridad nacional que acabaría imputado por Mueller. «Es prueba de obstrucción a la justicia», aseguró Comey. Reconoció que la determinación final la deben hacer investigadores y fiscales y que «dependerá de otras cosas que reflejen las intenciones» de Trump. Y es un detalle importante, pero no todo cabe en el titular.