Ha sido la crónica de una ruptura esperada desde hace años que, al final, ha explotado con un tuit y una reunión de algo más de media hora. Este domingo por la mañana, el ministro de Defensa griego y líder del partido ANAP —socio de coalición del Gobierno de Syriza—, Panos Kammenos, ha colgado un vídeo en sus redes sociales mostrando cómo se arriaba una bandera de un cuartel. Una metáfora que, después, tras reunirse con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, Kammenos ha confirmado: ANAP, una formación ultranacionalista y conservadora, abandonaba el gobierno de Tsipras. Syriza se queda en minoría.

Y el responsable de todo no ha sido el rescate y las condiciones de austeridad impuestos por Bruselas e implementados por ambos, Tsipras y Kammenos —cuyo rechazo inicial, precisamente, fue lo que los unió—. Tampoco lo han sido los efectos del daño causado por los incendios que ocurrieron este verano pasado, que mataron a 100 personas e hicieron peligrar seriamente al Ejecutivo de Syriza y ANAP. El culpable ha sido el acuerdo de cambio de nombre de Macedonia.

"Con respecto al tema de Macedonia, no puedo mantenerme en el cargo. Hemos cooperado durante cuatro años en el Gobierno, conseguimos sacar al país de los memorandos pactados con los acreedores. Pero, en lo que a la situación nacional se refiere, esta cooperación no puede continuar", ha dicho este domingo Kammenos a la prensa.

EL ACUERDO, A PUNTO

A diferencia de Tripras y Syriza, Kammenos y su partido, ANAP, han estado, desde el inicio de las negociaciones, frontalmente en contra del nuevo nombre de Macedonia, que levanta espinas y malas pasiones por igual entre nacionalistas griegos y macedonios. Grecia, que tiene una región con el mismo nombre, se ha opuesto a que Macedonia se llame así: Macedonia. Los griegos temen que en un futuro, una Macedonia que se llame Macedonia intente anexionarse la región de Macedonia, capital griega Salónica. Por esto, hasta la fecha, el nombre oficial del país balcánico ha sido el de Antigua República Yugoslava de Macedonia.

Pero hace un año, los gobiernos de Atenas y Skopje encontraron una solución: darle un nuevo nombre, ya definitivo, a Macedonia. Decidieron que sería Macedonia del Norte.

Este viernes, tras el referéndum fallido de septiembre, el Parlamento macedonio aprobó el cambio de nombre, que no será oficial hasta que la Cámara de Grecia lo ratifique. Si los parlamentarios no lo aprueban, todos estos años de negociaciones se irán directos a la basura. Y ahí es donde entra la dimisión de Kammenos en juego: ha roto con Tsipras para que al primer ministro le sea más complicado sacarlo adelante.

SALVAR SU CABEZA

Pero Tsipras, que sabía de antemano, desde hace tiempo, que esto tenía que ocurrir, ya ha anunciado sus siguientes pasos. Antes de que lo hiciese la oposición, el líder de Syriza ha convocado, para esta semana, una moción de confianza: según la legislación griega, si el Gobierno toma esta iniciativa en su propia contra, el primer ministro la podrá superar con 120 votos a favor de los 300 que tiene el Parlamento. Si la convoca la oposición, para que la moción triunfe tienen que votarla 151. Syriza, en la actualidad, tiene 145 diputados.

Pero no es todo tan fácil: superar la moción le puede servir a Tsipras para salvar su pellejo hasta las elecciones de octubre del 2019 —en las que, por cierto, según los sondeos, no parte como la opción vencedora—, pero no le garantiza, en absoluto, salvar el acuerdo con Macedonia.

Para ello necesita 151 votos a favor y el apoyo de otra formación parlamentaria. Y las quinielas apuntan al partido socioliberal To Potami, que, como Syriza, está a favor de un acercamiento con la aún Antigua República Yugoslava de Macedonia. To Potami tiene seis diputados, justo los necesarios para que Tsipras obtenga la mayoría parlamentaria.