A la espera de la reunión de hoy en Teherán de los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, Turquía, Recep Tayyip Erdogan, e Irán, Hasán Rohaní, la población de la region siria de Idleb se prepara para la gran ofensiva militar del régimen de Bashar el Asad. En previsión de un ataque a gran escala, muchos civiles construyen con sus propias manos refugios y cuevas en los sótanos de sus casas para esconderse de los combates y de unos bombardeos que, estos últimos días, se han intensificado. Los ataques de la aviación rusa de ayer acabaron con la vida de 13 personas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. Esta organización ha confirmado que los bombardeos se repitieron ayer, sobre todo en la zona sur de Idleb. Los rebeldes, como respuesta, han lanzado fuego de morteros al otro lado del frente. La tensión aumenta en una región donde malviven 2,5 millones de civiles atrapados, 1,4 de ellos desplazados de guerra que han llegado allí huyendo de los avances militares de Damasco. «Nos preparamos con lo poco que tenemos. Hemos hecho unas máscaras primitivas que podemos ponernos en caso de que haya un nuevo ataque químico», explicaba un civil. La máscara es un vaso de cartón recubierto con una bolsa de plástico.

Idleb, que ya fue bombardeada con armas químicas hace casi dos años y la ONU acusó a Asad, está bajo el control de diferentes facciones del opositor Ejército Libre Sirio (ELS) y por el Hayat Tahrir al Sham, la filial en Siria de Al Qaeda. Allí hay puestos de observación y militares turcos: su presencia ha impedido, hasta el momento, que empezase la ofensiva. La cumbre entre Erdogan, Putin y Rohaní servirá, entre otras cosas, para hablar y pactar la ofensiva.

«La intención de tomar Idleb conlleva un riesgo muy serio y sería desastroso. Bombardear la zona no es la solución. Ésta solo llegará si trabajamos juntos para erradicar los grupos extremistas. Si la ofensiva se lleva a cabo, podrían llegarnos dos millones de refugiados a nuestra frontera», dijo ayer el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu. La frontera turca está en la actualidad cerrada y Ankara no quiere reabrirla. Turquía ya acoge a tres millones de refugiados sirios. La cancillera alemana, Angela Merkel, ha pedido contención; Francia y Estados Unidos actuarán si el régimen sirio usa armas químicas en la ofensiva. «Llevamos cavando en la tierra dos meses enteros. Yo, mi mujer y nuestros hijos. Esta cueva es nuestra única protección», dice un civil.