Si uno ve el mapa ese continente está demasiado lejos y sin embargo, una nueva oleada de inmigrantes procedentes de África está llegando a la frontera de México con los Estados Unidos, poniendo a prueba la capacidad de las autoridades para manejar el tema y dar alojamiento a cada vez más personas que busca el "sueño americano", pero que con las regulaciones estrictas impuestas por el gobierno de Donald Trump, cada vez es más complicado alcanzarlo.

A diferencia de los centroamericanos, la nueva avalancha de africanos sin documentos suele arribar por la ruta más corta pero más peligrosa, que culmina en el estado de Tamaulipas, en la franja nororiental del país, limítrofe con Texas. En cambio, los inmigrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otros, elige el itinerario más largo y seguro como el de las cuatro caravanas, que llegaron al país desde octubre pasado.

LLEGAN SIGILOSAMENTE

Piedras Negras, estado norteño de Coahuila, que limita con la localidad de Eagle Pass, Texas, es uno de los epicentros de esta otra corriente de extranjeros, sobre todo procedentes de Congo, Camerún, Angola, Eritrea y Etiopía y estos africanos que intentan solicitar asilo a los Estados Unidos, alteraron un poco la de por sí escasa tranquilidad de esta urbe de todos modos acostumbrada al cruce de migrantes en contingentes.

A diferencia de los centroamericanos, llegaron sin previo aviso y "a cuentagotas", en lugar de hacerlo en contingentes. Además del estado de Coahuila, su vecino de Tamaulipas son los principales receptores de esta avalancha de africanos.

Los albergues para personas que carecen de documentos están ya saturados con cientos de personas en las que de inmediato se identifica a quienes llegaron de África, haciendo un recorrido todavía más azaroso y difícil desde sus países de origen.

HUYEN DE LA MISERIA Y LA VIOLENCIA

Algunos inmigrantes africanos explicaron que, como los centroamericanos, llegaron en busca de mayores oportunidades y huyendo de la miseria y de la violencia sobre todo de las guerras civiles que en forma endémica sacuden a algunas porciones de esa región.

"Mi país tiene guerra", dijo Serge Lukau, quien procede de la República Democrática del Congo, de donde salió en compañía de su hijo de ocho años. Luego de un extenso y extenuante recorrido, los africanos sortearon todo género de vicisitudes para llegar a su destino. "Gracias a Dios que luego de 3 meses ya estamos aquí", indicó Lukau, que recibió acogida en una estación de Bomberos de Piedras Negras habilitado como albergue.

Janet Ufengwei, originaria de Camerún, señaló que llegó caminando hasta las costas de su país y luego se subió a un barco que finalmente la trajo al continente americano. "Las cosas no están funcionando (en mi país). Hay asesinatos. Están sacando a las personas de sus casas. Están golpeando a personas, las dejan heridas. Es realmente terrible", señaló al contar el drama que afronta Camerún.

"He cruzado tantos países que ni siquiera los recuerdo. No llevo la cuenta. Son muchos. He usado todos los medios de transporte", dijo Ufengwei. Pero esta travesía le da la confianza a La mujer de obtener el anhelado asilo, pero sabe que son bajas las posibilidades de que lo logre.

AUMENTAN LOS AFRICANOS INDOCUMENTADOS

De acuerdo con estadísticas independientes, en la segunda mitad del año pasado, la cifra de inmigrantes africanos, centroamericanos y sudamericanos se duplicó en esta región del noreste de México respecto al período anterior y se triplicó respecto al segundo semestre de 2017.

"Tenemos migrantes, especialmente familias, que llevan un mes en la Casa del Migrante, donde se les tiene que dar alimentación, atención médica, ropa, un techo y una cama", indicó al diario Reforma, Juan Antonio Sierra, que atiende un alberge llamado Juan Diego.

Los migrantes africanos, como los latinoamericanos, tienen escasas posibilidades de obtener el beneficio del asilo político, pues sólo el 13% en promedio de quienes lo demandan son aceptados, según Juan Triana, especialista en el tema.

Pero las dificultades aún no terminan, ya que las autoridades de los Estados Unidos en la frontera de Coahuila y Tamaulipas, duplicaron su capacidad de procesamiento de petición de asilo, pasando de 4 a 8 personas por día, pero aun así resulta insuficiente.