No es raro que la cuestión taiwanesa emerja cuando las relaciones entre China y Estados Unidos sufren turbulencias. La fragorosa guerra comercial que libran las dos potencias comerciales ha devuelto a la actualidad el asunto que más irrita a China. La excusa ha sido el reciente tránsito de El Salvador, que ha pasado de la órbita de Taipei a la de Pekín. La decisión del país centroamericano ha provocado ahora la reacción airada de Washington después de haber asimilado con mucha calma la pérdida de Taiwán de otros aliados.

La Casa Blanca ha acusado a Pekín de entrometerse en asuntos ajenos con maniobras arteras. «La receptividad del Gobierno de El Salvador a la aparente interferencia de China en la política doméstica de un país del hemisferio occidental constituye una grave preocupación para Estados Unidos y provocará la reevaluación de nuestra relación con El Salvador», aseguró Washington. Taipei ya había insinuado que el Gobierno centroamericano buscaba fondos para remontar en las encuestas electorales.

El comunicado estadounidense añade que muchos países se están dando cuenta de que los incentivos económicos chinos no conducen a la colaboración sino a la «dominación y dependencia económica». El senador republicano Cory Gardner está preparando nuevas leyes para frenar la pérdida de aliados de Taiwán que incluyen el fin de la asistencia a los que acudan al abrazo chino.

La virulenta reacción estadounidense generó las esperadas respuestas opuestas a ambas orillas del estrecho de Formosa. Taipei aplaudió que Washington «hablara a favor de la justicia». Pekín subrayó que la decisión del país centroamericano solo le incumbe a él y pidió al resto que respeten los asuntos ajenos y detengan sus «actividades hegemónicas». También recordó la evidencia de que Pekín mantiene relaciones diplomáticas con 25 países del continente americano, EEUU entre ellos, sin que se haya resentido su seguridad ni el desarrollo de la región.

Taiwán ha perdido a cinco países desde que el partido independentista llegó al poder dos años atrás y solo mantiene a 17 naciones de peso mosca. La llamada isla rebelde teme que la presión china precipite nuevas huidas.

Washington no mantiene relaciones con Taipei pero le vende armas y se ha comprometido a defenderla de una agresión militar china. Donald Trump ha irritado a China con su actitud vacilante sobre Taiwán. Pekín enfureció cuando el presidente estadounidense atendió una llamada de felicitación de su homóloga taiwanesa, Tsai Ing-wen, tras ganar las elecciones.