Dos veinteañeras han almorzado en un restaurante italiano, irán a un centro de belleza y terminarán en el cine. Entre ambas juntan poco más de 60 yuanes (menos de 8 euros), insuficientes para los cafés que saborean en una terraza del barrio céntrico de Sanlitun (Pekín). Pero les basta el móvil y un par de clicks. "Es mucho más rápido, fácil y cómodo", alecciona una.

La sociedad 'cash-free' o sin dinero en metálico es un concepto que empezó a airearse un par de décadas atrás pero en ningún país es tan inminente como en China, también pionera en utilizar el dinero en los intercambios comerciales. En un periodo de entre cinco y 15 años, aseguran los expertos, todo esos billetes con la cara de Mao serán fósiles para coleccionistas.

El dinero físico ya es superfluo en China. Sin abrir la cartera puedes pagar el alquiler, comer en un puesto callejero o en un elitista restaurante, coger un taxi o alquilar una bicicleta, comprar un par de plátanos o un televisor de plasma. Basta con dirigir el teléfono hacia esos ubicuos rectángulos con patrones aleatorios de cuadraditos blancos y negros. Los códigos QR, que almacenan 300 veces más datos que los unidimensionales, fueron inventados en Japón en los 90 y rápidamente dirigidos para facilitar el pago, pero solo los chinos han exprimido su utilidad.

ORIGEN EN LA TRADICIÓN

El grueso de operaciones se realiza a través de Wechat, un híbrido chino de Whatsapp, Facebook y Twitter que desde 2004 vincula la aplicación a la cuenta bancaria. En el germen están los 'hongbao' o sobres rojos con dinero que los chinos se reparten en Año nuevo y que Wechat permitió transferir virtualmente años atrás. Y desde entonces, el frenesí. Los pagos por teléfono alcanzaron el pasado año los 38 billones de dólares, según la consultora iResearch. Eso multiplica por 50 el volumen en Estados Unidos, aún primera potencia económica mundial, y supone más de la mitad del PIB chino.

Al éxito no es ajena Pekín. Su facilidad de uso estimula el consumo interno, nuevo mantra cuando el viejo patrón exportador flaquea, de igual forma que la irrupción de las tarjetas bancarias lo había estimulado antes. También permite el control exhaustivo al indicar los pagos dónde se encuentra cada uno en todo momento. Y dificulta el fraude y la corrupción que combate el presidente, Xi Jinping. La censura de las plataformas occidentales ha facilitado que Wechat sea hoy compartida por la práctica totalidad de la población.

VENTAJAS E INCONVENIENTES

"El 80% paga con el teléfono y el resto con tarjeta, prácticamente nadie utiliza dinero", desvela el propietario de un restaurante extranjero. "Es un arma de doble filo: por un lado ahora los camareros ya no pueden sisarme, pero por otro el Gobierno sabe todo lo que ingreso", continúa.

Las sociedades modernas caminan hacia la eliminación del dinero en metálico, caro de fabricar y falsificable. Pero mientras Occidente confía en la tarjeta bancaria, China ha apostado por el teléfono. La retirada de efectivo de los cajeros bajó el pasado año en China un 10,5%, el primer retroceso registrado, mientras los pagos con tarjeta acumulan ya tres ejercicios cayendo.

La relación con el dinero certifica otro abismo generacional. En una boda reciente, los invitados más mayores afearon a la novia que adjuntara un código QR a su vestido para que transfirieran a su Wechat los sobres rojos y el debate siguió en la red. Es evidente que los jóvenes no tocarán el dinero como ya no se manchan las manos con la tinta de un periódico. Una encuesta en el Diario de la Juventud de Pekín revelaba que el 70% de los internautas consideraba innecesario el dinero. El sistema es objetivamente mejor que el milenario intercambio físico de monedas e incluso ha sido adoptado por algunos mendigos. Ese código QR que adjuntan al cartel arruina la excusa de que no llevas cambio.