Un alto cargo chino acusó a las "fuerzas occidentales" de utilizar el cristianismo para provocar inestabilidad en China e, incluso, "tumbar" el régimen. "Las fuerzas occidentales antichinas intentan perturbar la estabilidad social de nuestro país e incluso tumbar el poder político a través del cristianismo", declaró Xu Xiaohng, presidente del Movimiento Patriótico protestante.

Esta asociación es uno de los cinco organismos estatales a los cuales deben afiliarse obligatoriamente las religiones reconocidas en China (protestantismo, catolicismo, budismo, taoísmo e islam), para evitar cualquier influencia extranjera.

El Partido Comunista de China (PCC) desconfía tradicionalmente de cualquier organización rival susceptible de amenazar su autoridad, por lo que las religiones forman parte de esas organizaciones y están muy vigiladas.

SUBVERSIVOS Y PELIGROSOS

"Apoyamos firmemente al país para que lleve ante la justicia a las pocas ovejas negras que utilizan la bandera del protestantismo para participar en la subversión de la seguridad nacional", declaró Xu ante la cámara consultiva del parlamento chino que celebra su sesión anual en Pekín.

Las pequeñas iglesias protestantes no declaradas, cuyos miembros se reúnen en apartamentos o lugares públicos, florecieron en los últimos años en China. Pero al igual que el conjunto de las religiones, sufren una creciente represión desde la llegada a la presidencia de Xi Jinping en 2012.

Desde entonces las fuerzas de seguridad cerraron por la fuerza lugares de culto, detuvieron a dirigentes religiosos o desmontaron cruces demasiado ostentosas. El PCC acentuó desde el año pasado una campaña destinada a "chinificar" las religiones con el objetivo de erradicar cualquier influencia extranjera.

ELIMINAR LAS RELIGIONES EXTRANJERAS

"Seguir en la vía de chinificación del protestantismo es la ardiente esperanza del Partido y del gobierno. Es una decisión inevitable para el desarrollo sano de la iglesia china", afirmó Xu Xiaohong. Hay que "eliminar sin cesar la huella de 'religión extranjera" asociada al cristianismo chino", insistió.

La semana pasada, en Hong Kong, el embajador de Estados Unidos por la libertad religiosa, Sam Brownback, acusó a China de desarrollar "una guerra de religión (...) que no puede ganar". El gobierno chino reaccionó pidiendo a Estados Unidos que "cese de utilizar la religión para injerirse en los asuntos internos de China".

Pero la situación es mucho más preocupante, ya que según Brownback, afirmó desde Taiwán que había centenas de creyentes desaparecidos en China debido a su fe.