La situación tiene algo de juego de enredos, con su cadena de rumores y desmentidos. Nicolás Maduro confirmó el martes contactos de miembros de su Gobierno con «altos funcionarios» de EEUU. «Es así, y no es nuevo». La Casa Blanca ratificó ese anuncio. «Estamos hablando con varios representantes de Venezuela», dijo el propio Donald Trump. El presidente estadounidense habló de comunicaciones «a muy alto nivel» sin aclarar «con quién» del Gobierno venezolano. Y cuando las palabras de los contendientes saltaron a las primeras planas de los periódicos, irrumpió ayer John Bolton, el asesor de Trump en Seguridad Nacional, para sembrar más desconcierto: esos contactos existieron pero se hicieron a espaldas de Maduro y con la única finalidad de pactar la salida de Maduro y discutir la realización de «elecciones libres y justas».

Todo comenzó con una versión periodística surgida en Washington según la cual Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y de facto el segundo hombre del madurismo, estaba involucrado en subrepticias conversaciones con enviados de la Casa Blanca.

El portal caraqueño Contrapunto habla de dos encuentros, el primero en la capital venezolana y el segundo en Washington, donde Cabello fue representado por un hombre de confianza. Ante el revuelo, Cabello salió a desmentir las conversaciones pero hizo saber de su predisposición a realizarlas con el visto bueno de Maduro.

Luego vino el presidente y dijo que la línea de comunicación está abierta desde «hace meses» bajo su «autorización expresa» con el objetivo de «regularizar y resolver» el conflicto.

En enero, el Palacio de Miraflores decidió romper relaciones con Washington cuando la Casa Blanca reconoció al diputado Juan Guaidó como «presidente encargado». Las revelaciones se conocen pocas semanas después de que Estados Unidos redoblara sus sanciones económicas contra el país caribeño.