El brote de violentos enfrentamientos protagonizados hoy en Kiev por opositores ucranianos y fuerzas antidisturbios ha causado inquietud en los países europeos, que han instado a reconducir la situación a través del diálogo.

Los choques que se desencadenaron hoy, los primeros tras los desórdenes de finales de enero pasado, han causado al menos nueve muertos y unos 200 heridos.

La Unión Europea (UE), a través de su jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, pidió a los líderes ucranianos que afronten "las causas de raíz de la crisis" e instó a volver urgentemente al "proceso parlamentario".

Ashton, quien condenó "todo uso de la violencia", afirmó que "los líderes políticos deben ahora asumir su responsabilidad compartida para reconstruir la confianza y crear las condiciones para una solución eficaz a la crisis política", una salida que, a su juicio, ha de pasar por "un nuevo Gobierno incluyente, progresos en la reforma constitucional y la preparación de unas elecciones presidenciales transparentes y democráticas".

También el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, condenó la violencia en Kiev y "el uso indiscriminado de la fuerza", al tiempo que hizo un llamamiento "a las partes para que muestren la mayor calma posible y retomen inmediatamente el camino del diálogo" como "única vía para lograr una solución política que pueda responder a las aspiraciones del pueblo ucraniano".

En Alemania, el titular de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, advirtió de que "una vuelta a la violencia en Ucrania no es el camino" y exigió "enérgicamente a las partes involucradas en el conflicto que continúen con la vía de los últimos días y busquen, a través de conversaciones, una solución política".

La declaración de Steinmeir se produce un día después de que la canciller alemana, Angela Merkel, recibiera en Berlín a los líderes opositores ucranianos, Vitali Klitschkó y Arseni Yatseniuk, aunque rechazó hablar por el momento sobre sanciones concretas contra el Ejecutivo de Kiev.

Desde Varsovia, el primer ministro polaco, Donald Tusk, expresó su preocupación por "la escalada negativa" de las protestas en Ucrania, con un "fuerte aumento de la radicalización" en las calles de Kiev, y atribuyó la responsabilidad de la situación tanto al Gobierno como a la oposición.

Tusk recordó que Polonia sigue "muy involucrada" en la promoción de una salida pacífica al conflicto, aunque reconoció que "el acuerdo es muy difícil" para poner fin a la situación que vive Ucrania desde que su Ejecutivo se negara a firmar el acuerdo de cooperación con la Unión Europea, lo que provocó fuertes protestas entre la población.

Por su parte, Rusia responsabilizó a los países occidentales del rebrote de la violencia en Kiev, que consideró "resultado de la política de connivencia de los políticos occidentales y estructuras europeas que desde el inicio de la crisis han pasado por alto las acciones agresivas de las fuerzas radicales en Ucrania".

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia subrayó que tal actitud "incentiva a una escalada (de violencia) y provocaciones contra las autoridades legítimas" y reiteró el llamamiento "a la oposición ucraniana a rechazar las amenazas y ultimátum y entablar un diálogo constructivo con las autoridades para buscar vías de salida de la profunda crisis".

La preocupación por la situación en Ucrania ha cruzado el Atlántico y, así, el Gobierno de Estados Unidos instó hoy al presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, a poner fin a la violencia y a reanudar el diálogo con los líderes opositores.

Washington continúa "condenando la violencia callejera y el uso excesivo de la fuerza por ambas partes", ya que eso "no resolverá" la crisis, según una declaración de una portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

También el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, se mostró "gravemente preocupado" por la "vuelta a la violencia" en Ucrania y pidió moderación a todas las partes implicadas.