La posibilidad de prolongar el periodo transitorio para el brexit un año más, hasta diciembre del 2021, logró el milagro de unir al Partido Conservador. Lo hizo sin embargo en contra de la primera ministra, Theresa May y en su condena a la propuesta. Inaceptable para los brexiteers, los tories euroescépticos de la línea dura, tampoco quienes abogan por un brexit más flexible apoyan a May. «Es la dirección equivocada», declaró el exministro para el brexit, David Davis. «Un ejemplo de fracaso a la hora de tomar decisiones», fue el veredicto de Jacob Rees-Mogg, el presidente de un poderoso grupo de diputados, favorables a una ruptura abrupta con la Unión Europea.

Nick Boles, otro tory que en su día hizo campaña por la permanencia y después respaldó el plan de Chequers, también criticó a May por hacer «concesiones humillantes». En la BBC describió el ambiente de desesperación que reina entre los conservadores ante la marcha de la negociación.

«Me temo que [May] está perdiendo la confianza de los colegas de todas las tendencias. Gente que la ha apoyado está prácticamente desesperada con la negociación, porque hay miedo de que tanto el gobierno como la UE estén apurando los plazos, estén tratando de dejar todo hasta el último momento, de modo que puedan decir que la única alternativa es un brexit sin acuerdo y la mayor parte de la gente coincide en que eso sería caótico. Ese no es un comportamiento aceptable de una líder», criticó.

Lo cierto es que la posible extensión del período transitorio de 21 meses pactado a priori, que se abrirá a partir del 30 de marzo del 2019 hasta el 31 de diciembre del 2020, no fue discutida a nivel de jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Pero el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aseguró que la UE estaría dispuesta a aceptar la ampliación si eso ayudara en la negociación.

BILLONES /«No es la mejor idea pero quizá nos dé más margen para preparar las futuras relaciones de la mejor manera posible», añadió. Y es que negociar el acuerdo de libre comercio que regulará las relaciones entre la UE y el Reino Unido en el futuro no será sencillo. Negociar con Canadá, sin ir más lejos, llevó siete años.

A juicio de los euroescépticos, una ampliación del plazo dejaría al país en una especie de limbo un año más. El Reino Unido debería seguir sometido a las normas del mercado único y la unión aduanera. Además de eso, los británicos pagarían billones al presupuesto de la UE. Ni May ni Tusk han dado cifras sobre el montante de la factura pero fuentes europeas sostienen que la aportación británica tendrá que ser proporcional. Algunos rumores apuntan a que los diputados tories podrían presentar una enmienda en el Parlamento para impedir cualquier pago extra a la UE. Esa jugada acabaría con la posible extensión del periodo de transición.

En Bruselas, May trató de quitar hierro a la disputa y calmar los ánimos, asegurando que la ampliación sería cuestión de «unos pocos meses» y quizá ni siquiera se implementaría, porque antes esperaban cerrar un acuerdo cuya negociación admite será cada vez más dura a media que entren en las etapas finales. Una vez más, la primera ministra británica intenta ganar tiempo y seguir con un plan que está en vía muerta. Dos ministros de su gabinete, Michael Gove y Penny Mordaunt le aconsejaron que se deje la UE, «tan pronto como sea posible» y «rápidamente». En The Telegraph, cinco exministros, entre ellos Boris Johnson, pidieron a May que «reoriente» las negociaciones y no «sacrifique» las posibles recompensas del brexit.