¿Elecciones generales anticipadas? ¿Segundo referéndum? ¿Salida de la Unión Europea sin acuerdo? ¿Renegociación? ¿Ampliación del Artículo 50? La incertidumbre se ha apoderado de la política en el Reino Unido. Todas las opciones están sobre la mesa después de que la Cámara de los Comunes rechazara ayer rotundamente, por segunda vez el acuerdo del brexit del Gobierno británico. La derrota fue por un margen de 149 votos: 242 a favor y 391 en contra.

A Theresa May no le sirvieron de nada las garantías añadidas al acuerdo, obtenidas en la visita a Estrasburgo del lunes. El parche no funcionó. La primera ministra trató de presentar los documentos sobre la salvaguarda en Irlanda del Norte como una victoria, que convenciera a los diputados. El añadido de urgencia era el cartucho en la recámara tras casi tres años de preparar sin éxito la salida del país de la Unión Europea. Pero fue pólvora mojada.

Hubo un grupo de conservadores que votaron contra el acuerdo el pasado 15 de enero y esta vez lo apoyaron por temor a las impredecibles consecuencias del fracaso. Pero ni siquiera el miedo de los eurófobos a que el Parlamento termine imponiendo un brexit más suave o un referéndum cambió el resultado.

AMBIENTE DESOLADOR / Abandonada por conservadores y los aliados unionistas norirlandeses, cuando May entró en la Cámara de los Comunes para iniciar un debate trascendental para la nación, apenas había una veintena de diputados tories presentes. Durante una hora, con la voz rota, que iba perdiendo según avanzaba la sesión, la premier defendió lo que ya estaba perdido. «La responsabilidad en la política está vinculada al pragmatismo. Se trata de sopesar el riesgo y la recompensa», argumentó, intentando hacer entrar en razón a los suyos. Pero nadie la escuchaba.

Pidió que se pusiera a la democracia por encima «del partido, las facciones o la ambición personal» y se cumpliera con lo que los británicos habían decidido en las urnas. Su mensaje cayó en saco roto. Todo el mundo pensaba ya: «¿Y ahora qué?».

Los comentaristas parlamentarios hablaban del «ambiente funerario» que se respiraba en la Cámara desde primera hora de la mañana. «Estamos presenciado el derrumbe del sistema político», apuntaba el presentador de Sky News, Adam Boulton. «Es un espectáculo lastimoso. La imagen que estamos dando a la UE y al resto del mundo es muy dañina», señalaba Joey Jones, antiguo asesor de la primera ministra. «Se ha acabado. El acuerdo y quizás la jefatura de Gobierno de May», apuntaba Nick Robinson, de la BBC.

RIESGO LEGAL / El golpe de gracia había llegado a media mañana de la mano del fiscal general, Geoffry Cox. La máxima autoridad jurídica del Gobierno publicó sus conclusiones sobre las garantías obtenidas por May en Estrasburgo la noche anterior. Cox dejó claro que «mejoran y refuerzan el acuerdo».

El riesgo de que el Reino Unido permanezca contra su voluntad en la unión aduanera se había «reducido» pero no eliminado. «El riesgo legal no ha cambiado», fueron sus palabras, que sentenciaron el acuerdo.

La respuesta no se hizo esperar mucho. Los euroescépticos del European Research Group pidieron a los parlamentarios que rechazaran el acuerdo. «A la vista de nuestro propio análisis legal y de otros análisis, no recomendamos aceptar la moción del Gobierno», decía el comunicado ofrecido por el grupo de la derecha radical, que aúna en torno a 80 tories, que lidera el diputado Jacob Rees-Mogg. El veterano conservador Charles Walker advirtió de que si May perdía la votación «habrá una elección general».

POSIBLE AMPLIACIÓN / Poco después el Partido Unionista Democrático anunciaba que sus 10 diputados también votarían en contra. «Desde nuestro punto de vista no ha habido esta vez suficiente progreso. Está claro que persisten los riesgos de que el Reino Unido no pueda lograr una salida legal de la salvaguarda una vez activada».

Después de conocer la derrota, Theresa May hizo una breve declaración en la que confirmó la agenda ya establecida. Los diputados votarán hoy si aceptan que el Reino Unido salga de la UE sin acuerdo. Si, como se espera, rechazan esa posibilidad, mañana votarán la posible ampliación del periodo de salida de la UE, previsto en principio para el 29 de este mes. May advirtió de que todas las opciones tendrán consecuencias. «Votar contra salir sin acuerdo o por una extensión no resuelve el problema. La Unión Europea querrá saber si el Reino Unido quiere revocar el Artículo 50 y también si quiere un referéndum. Hay decisiones que se tienen que tomar y a las que la Cámara debe enfrentarse», dijo Theresa May. Por su parte, el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, urgió a los diputados a tomar el control del proceso del brexit y presentar una propuesta común que negociar.