El brexit ya está en marcha y no arranca con buen pie. Londres, según la carta que ha activado oficialmente el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), insiste en negociar en paralelo el acuerdo de divorcio y los términos de la futura relación. Una línea roja infranqueable para los 27 socios europeos, que dejaron claro en este «triste día para Europa» que primero deberá pactarse la desconexión con el Reino Unido y solo después empezar a negociar cómo será esa futura vinculación entre ambas entidades. Todo apunta a un choque de trenes y a un divorcio amargo y difícil.

«Las negociaciones deben aclarar primero cómo vamos a deshacer nuestros vínculos actuales y solo cuando está cuestión haya sido aclarada podremos empezar a hablar de una nuestra futura relación», avisó desde Berlín la cancillera alemana, Angela Merkel. «Será doloroso», auguró por su parte el presidente francés, François Hollande, que ve factible un acuerdo comercial pero solo una vez que se consume el divorcio.

La fecha de salida, en todo caso, ya está marcada en rojo en el calendario europeo: 29 de marzo del 2019, a menos que ambas partes decidan de forma unánime seguir negociando más allá de los dos años de plazo previstos en el tratado. La cuenta atrás arrancó con la entrega en mano al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, -lo hizo el embajador británico Tim Barrow sin mucha parafernalia pero con una foto que pasará a la historia- de la misiva que anuncia oficialmente la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que regula la salida de un Estado miembro del club.

UN PORTAZO HISTÓRICO / «Es un momento histórico y no hay marcha atrás. Gran Bretaña se va de la Unión Europea», proclamó la primera ministra británica, Theresa May. Nunca en las más de seis décadas de historia europea, celebradas por todo lo alto el pasado 25 de marzo en Roma, un Estado miembro había dado semejante portazo a sus compañeros de viaje.

Aunque las diversas crisis de la última década han ido agrietando la unidad europea en ámbitos como la economía o la inmigración, la decisión británica sitúa a la Unión Europea en terreno absolutamente desconocido y rodeada de mucha incertidumbre en un momento de extrema fragilidad, con un discurso populista y euroescéptico que cala cada vez con más fuerza en muchos países europeos.

«No hay razones para fingir que este es un buen día. Ni en Bruselas, ni en Londres. No voy a pretender que estoy contento», explicó Tusk, pero «paradójicamente» el brexit ya ha traído algo positivo. «Nos ha hecho, a la comunidad de los 27, más comprometidos y unidos que antes», manifestó el presidente del Consejo Europeo recalcando la prioridad de «minimizar» el coste para los ciudadanos de la UE, las empresas y los estados miembros.

«No hay nada que ganar en este proceso, y me refiero, a ambas partes. En esencia, esto es (un ejercicio de) control de daños», valoró Tusk con gesto serio. Aunque May ha insistido en diversas ocasiones que prefiere no llegar a ningún acuerdo antes que un mal acuerdo, ayer apostó por dar certidumbre lo antes posible. «Afrontaremos estas conversaciones de forma constructiva», respondieron los 27 socios europeos.

BORRADOR DE DIRECTRICES / El siguiente paso se producirá mañana. Tusk enviará a las 27 capitales europeas el borrador de directrices que tendrán que avalar los líderes de la UE en una cumbre extraordinaria que se celebrará el 29 de abril. Se trata de una primera guía de negociación -en otoño de este año podría llegar una segunda versión- que servirá para acotar el mandato del negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier.

La idea es limitarlo al contrato de divorcio y dejar fuera la futura relación con tres asuntos prioritarios: los derechos de los ciudadanos, la factura del brexit y el problema de la frontera entre Irlanda e Irlanda del norte.

Aunque la Eurocámara no forma parte directa de la negociación sí tiene mucho que decir -entre otras cosas tendrá que aprobar el acuerdo final- y ayer presentó una resolución apoyada por cuatro de los grupos -PPE, PSE, ALDE y Verdes- en la que subrayan que lo primero a resolver deben ser los derechos de los ciudadanos (europeos en Reino Unido y británicos en la Unión Europea) y que tras los dos años de negociación del divorcio serán necesarios otros tres para negociar un acuerdo comercial transitorio.