El ultraderechista Jair Bolsonaro, tras asumir la presidencia de Brasil, propuso ante el Congreso de su país un "pacto nacional" entre la sociedad y los poderes de la República para recuperar la economía brasileña y luchar contra la corrupción. Sin embargo, lo que más llamó la atención de la prensa mundial fue su compromiso para “combatir la ideología de género”.

"Vamos a unir al pueblo, valorizar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeocristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores. Brasil volverá a ser un país libre de las amarras ideológicas", subrayó en un guiño a los sectores conservadores -especialmente evangélicos- que le dieron su apoyo.

Célebre por sus polémicos comentarios en el pasado de tono machista, racista y homofóbico, el nuevo presidente reafirmó su "compromiso de construir una sociedad sin discriminación y división".

"Tenemos delante de nosotros una oportunidad única de reconstruir nuestro país", afirmó entre aplausos de los congresistas, gobernadores y dignatarios extranjeros, entre ellos el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, estrella internacional de esta asunción.

Bolsonaro aludió igualmente a su promesa de liberalizar la posesión de armas, al afirmar que "el ciudadano de bien merece disponer de los medios para defenderse".

Se abstuvo de dar detalles sobre los planes de ajustes y privatizaciones impulsados por su ministro de Economía Paulo Guedes, aunque se comprometió a obrar en nombre "del interés nacional, del libre mercado y de la eficiencia".

Al abrir su alocución, Bolsonaro agradeció "a Dios por estar vivo", en referencia a la puñalada que recibió en septiembre durante un mitin de campaña. Y concluyó con el lema de campaña de su formación política, el Partido Social Liberal (PSL): "Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos".