Las historias de horror y trauma no dejan de llegar desde la frontera de Estados Unidos con México desde que la Administración de Donald Trump empezó a separar a los niños inmigrantes de sus padres cuando estos cruzan sin papeles. No dejan tampoco de crecer las protestas y las denuncias, incluyendo la que ha llegado desde la oficina de Derechos Humanos de la ONU y las de varios líderes y grupos religiosos. Y la indignación no ha hecho sino aumentar después de que el Gobierno se haya escudado en la Biblia para justificar sus acciones.

Fue el fiscal general, Jeff Sessions, que el 7 de mayo anunció que se empezaba a aplicar una política de «tolerancia cero» que se tradujo solo en las dos siguientes semanas en la separación de 658 niños de sus padres, quien el jueves recurrió a las Escrituras. En concreto, citó un pasaje de la carta de Pablo a los romanos que habla de «obedecer las leyes del gobierno pues Dios las ha decretado con el propósito del orden» . Y añadió: «Procesos legales y ordenados son buenos en sí mismos y protegen a los débiles y a los que sigan la ley».

Sessions no solo acudía al mismo pasaje bíblico que algunos usaron, entre otras cosas, para justificar la esclavitud, sino que hacía añicos su obligación de ofrecer una justificación política secular a sus acciones o de respetar la primera enmienda, que prohibe priorizar una religión. Pero horas después, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, insistía en la línea argumental.

«Es muy bíblico aplicar la ley», dijo en una rueda de prensa marcada por la tensión en la que los periodistas le recordaron que la ley no obliga a la separación de los niños de sus familias. Uno, con la emoción a flor de piel, llegó a interpelarle personalmente: «¿No tienes empatía? Vamos Sarah, eres madre».

Pese a la tormenta desatada, la Casa Blanca y el gobierno se mantienen impasibles. Intentan responsabilizar a los demócratas de haber permitido las separaciones por las lagunas que hay en las leyes de inmigración. Trump metía ayer el dedo en la llaga. «Odio que se estén llevando a los niños. Los demócratas tienen que cambiar la ley. Es su ley».