Las revelaciones sobre la posible venta de tecnología nuclear a Arabia Saudí vuelven de nuevo los ojos sobre Tom Barrack, un poderoso inversor, hijo de inmigrantes libaneses en EEUU, que tiene importantes lazos económicos y contactos en las más altas esferas de países del Golfo Pérsico y es amigo personal de Donald Trump desde que ambos, de 71 años, empezaron a hacer negocios juntos hace casi cuatro décadas. Barrack fue uno de los principales recaudadores de fondos de la campaña de Trump, durante la que ayudó también a calmar las preocupaciones de países del Golfo con la retórica islamófoba de Trump y abrió los contactos de Jared Kushner, el yerno de Trump, con líderes árabes y, en particular, con el príncipe saudí, Bin Salman.

Barrack también fue quien sugirió como jefe de campaña a Paul Manafort, condenado en casos abiertos por las investigaciones del fiscal especial Robert Mueller. Presidió el comité encargado de la toma de posesión, que recaudó un récord de 107 millones de dólares y que ahora está bajo la lupa de investigadores federales por potenciales irregularidades, como las donaciones desde el extranjero.

Según The New York Times, Colony, empresa de Barrack, ha recibido desde la nominación de Trump 7.000 millones para sus fondos de inversión.