El negociador jefe de la UE para el brexit, Michel Barnier, no desaprovecha sus intervenciones públicas para recordar lo que parece obvio a este lado del Canal de la Mancha: que la decisión del Reino Unido de salir del club fue del pueblo británico; que el 29 de marzo lo fijó la propia Theresa May al activar el proceso de salida; y que es en Londres donde deben aclarar de una vez por todas qué quieren. Ayer, coincidiendo con la visita a Bruselas del negociador británico Stephen Barkley, lo volvió a repetir alto y claro.

«Hace falta que algo se mueva del lado británico», avisó horas antes de reunirse con Barkley. «La claridad debe venir de Londres», añadió. Se trata de la primera vez que ambos políticos se reúnen para hablar del brexit. Las conversaciones quedaron suspendidas cuando Bruselas y Londres dieron por cerradas las negociaciones, tras pactar el acuerdo de retirada y la declaración política sobre la futura relación que los Veintisiete aprobaron el 25 de noviembre y desde entonces no han vuelto a sentarse en la misma mesa.

La decisión de reactivar los contactos la tomaron el jueves pasado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y la primera ministra británica, Theresa May, que, según Barnier, les aseguró su intención de seguir trabajando por conseguir un acuerdo antes de que expire el plazo el 29 de marzo. «Todavía no estamos ahí y el tiempo que queda es extremadamente corto», alertó Barnier.

A menos de 50 días para la fecha límite, el objetivo de la UE sigue siendo «encontrar una solución» que respete las directrices del Consejo Europeo y que al mismo tiempo pueda ser apoyada por una mayoría estable en la Cámara de los Comunes. «Nuestro objetivo es garantizar una salida ordenada y construir una colaboración ambiciosa», recordó dispuesto a retocar la declaración política pero preparado para todos los escenarios.