Algunas decenas de ciudadanos rusos murieron hace una semana en el este de Siria, en Deir Ezzor, en un bombardeo de Estados Unidos. La última vez que este país, en una acción militar, mató a personas de esa nacionalidad fue durante la guerra de Vietnam y la guerra fría. De eso hace más de 50 años. Los muertos eran rusos, con pasaporte y nacionalidad rusa, pero Moscú niega saber quiénes son. «Solo barajamos información referida a nuestros soldados», dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.

Según la oposición rusa, sin embargo, el Gobierno miente. Moscú no lo reconoce, pero según una nueva investigación del periódico Fontanka, centenares de rusos integrados en las filas del llamado Grupo Wagner combaten, subcontratados, a favor del régimen de Damasco en Siria. Y los muertos en el bombardeo formarían parte de esa organización. Incluso sus fotos han aparecido en medios de comunicación rusos.

El Grupo Wagner, especie de Blackwater a la rusa, es un miniejército paramilitar privado que, supuestamente, ha participado en las dos últimas guerras en las que Rusia se ha enfrascado. Y en las dos -Siria y Ucrania- ha luchado en favor de los mismos que reciben el apoyo ruso. «Todos los mercenarios rusos que combaten del lado de Rusia en Siria son de Wagner. Lo llaman una compañía militar privada y en realidad es una unidad creada y pagada por el Gobierno», ha dicho Ruslán Levíev, director del Equipo de Investigación de Conflictos (CIT), grupo opositor.

EN UNA BASE MILITAR

Las acusaciones de connivencia las basan en que, según aseguran, Wagner tiene su centro en una base militar al sur de Rusia; y en que varios mercenarios han recibido condecoraciones oficiales del Estado. «Nuestros activistas e investigadores de otros medios, entre ellos del periódico Fontanka, se han acercado a ese cuartel y los soldados les han reconocido que Wagner tiene su base ahí», asegura Levíev.

El Grupo Wagner, según la investigación, gira alrededor de su jefe, Dimitri Utkin, un exmiembro de las fuerzas especiales rusas retirado en el 2013. Él es quien le puso el nombre a la milicia. Aficionado a la estética e ideología nazis, Utkin optó por el nombre de Wagner, el compositor preferido de Hitler.

Pero su filia por la Alemania nazi no acaba aquí: acorde con el periódico Fontanka, Utkin, mientras luchaba en Ucrania a favor de los rebeldes prorrusos, se puso un casco al estilo del que llevaba la Wehrmacht durante la segunda guerra mundial. Después de luchar en esa guerra, se supone, Utkin marchó a Siria, donde podría estar ahora.

Y es justo en el país árabe donde el Grupo Wagner está operando mayoritariamente. Según la investigación, 250 mercenarios rusos han muerto en Siria desde el 2015. En total, contando también los que han perecido en el conflicto ucraniano, la cifra llegaría a los 600.

Son muchos en relación con el tamaño de la compañía, de unos 650 hombres en la actualidad. «Somos la primera ola. Entramos y, cuando vemos las posiciones del enemigo, damos las coordenadas para los ataques aéreos. Después vienen las fuerzas especiales sirias», explica un exmiembro. «Nos mandan adelante, como carnaza, armados tan solo con bayonetas y AK-47. Todos reciben entrenamiento, pero al final, muchos milicianos acaban aprendiendo únicamente cómo disparar y cómo no morir de inmediato», asegura.

En Rusia no hay ninguna ley que prohíba ni permita los grupos militares privados. La investigación dice que el Kremlin ha usado al Grupo Wagner de fuerza de choque en Siria y Ucrania: un modo de que muy pocos soldados regulares mueran en combate. «Rusia no lo reconoce, pero encontramos un documento oficial en el que se hacía mención al Grupo Wagner y estaba firmado por el mismísimo Vladímir Putin», dice Levíev, opositor e investigador. «Pedimos a Putin que clarifique lo que pasa. Ciudadanos rusos mueren en masa. Negarlo es inaceptable», dice el opositor Grigory Yavlinsky, miembro de la investigación.