Descansa el ‘Golfo Azzurro’ en el desangelado puerto maltés de Bezzina. Como si de otro miembro de la tripulación se tratara, también parece exhausto este pesquero convertido en barco hospitalizado por la oenegé Pro Activa Open Arms. Los últimos quince días no han sido fáciles en las aguas del Mediterráneo central y en sus tripas, llenas de pescado del norte en otra vida, han descansado personas rescatadas al límite de sus posibilidades. Hasta 230 en un día.Y se nota.

Como cada quincena, toca relevo en la embarcación de la oenegé de Badalona antes de adentrarse nuevamente en alta mar, frente a las costas de Libia con la misión de interceptar embarcaciones de inmigrantes que pretenden tocar Europa por la bota de Italia.

Se marcha una tripulación y llega otra. En el ‘Azzurro’ siempre son fijos su capitán, un marinero y el jefe de máquinas; los tres profesionales del mar. Y después, a excepción del jefe de misión miembro de la oenegé, el resto, hasta 12, son todos voluntarios.

No se conocen de nada. Llegados de aquí, allá y acullá, con trayectorias y conocimientos distintos. Llegan instrucciones al más estilo cuartelario y, como si de un milagro se tratara, el engranaje se pone en marcha sin chirriar. Los patrones y socorristas chequean las embarcaciones de rescate, médico y enfermera hacen inventario de medicamentos y equipo sanitario y el cocinero elabora una lista de la compra y toma el mando de la cocina.

UN ENGRANAJE PERFECTO

Cada uno a su tareas sin olvidar por ello las más aciagas; hay unamontaña de bolsas de basura, la cubierta refleja el desorden propio de días de actividad intensa y los baños necesitan, siendo muy generosos, un repaso. Sorprende constatar cómo, a las pocas horas, da la impresión de que se conocen de toda la vida. El gusanillo de la solidaridad -“ese que engancha”, aseguran- los une en un abrir y cerrar de ojos por encima de nombre, profesión y procedencia.

Ha amanecido lloviendo en Malta pero, a medida que avanza la mañana y el ‘Azzurro’ retoma el pulso, el día se levanta para hacerlo todo más fácil.

Reparto de camarotes. Cuando te dicen que duermes en proa babor hay que pensar dos veces. La familiarización con el lenguaje marino también es necesaria, así como con los imperativos de la vida en un barco. Como por ejemplo, los hombres orinan sentados y la tapa del water siempre debe estar bajada, a riesgo de que el papel caiga dentro cada dos por tres. El movimiento constante producido por el oleaje, hace extremadamente necesarios los dos supuestos El orden, fundamental.

La adjudicación de indumentaria para la vida a bordo y los salvamentos también es prioritaria en este primer día de preparativos. Trajes impermeables, trajes secos, botas, casco, frontal, polares y camisetas. Radios para los rescatadores. Al terminar cada misión, todo el material pasa por la lavandería y queda listo para la siguiente tripulación.