Durante más de una hora, en el jardín de Downing Street, un lugar excepcional reservado en la residencia oficial del primer ministro para recibir a los líderes mundiales, el asesor de Boris Johnson, Dominic Cummings, dio este lunes explicaciones a la prensa de su viaje a finales de marzo a la granja de sus padres a más de 400 kilómetros. Un desplazamiento que ha desatado la furia de los británicos y ha menoscabado la autoridad del Johnson cuando el país está a punto de comenzar el plan gradual de desescalada y un seguimiento de posibles contagiados que puede obligarles a aislarse en cuarentena. Si las órdenes sobre la pandemia se pueden interpretar subjetivamente como ha hecho Cummings, ¿quién va a seguirlas ahora?

Cummings, que para la ocasión cambió su habitual camiseta por una impoluta camisa blanca más formal, leyó el interminable relato de su viaje, que "no lamenta" y del que "no informó" a Johnson. A pesar del escándalo y la posición en la que ha puesto a su 'jefe', afirmó que no ha "ofrecido su renuncia", ni lo ha "considerado", aun estando desde hace cuatro días en el centro de una crisis que va mucho más allá de las luchas políticas en el Parlamento de Westminster.

Cummings asegura que actuó "razonable y legalmente", al buscar quién cuidara de su hijo de 4 años, dadas las circunstancias, con su mujer enferma y él temiendo estar contagiado. Negó que "haya una norma" para él y otra para el resto de la gente, como piensan la inmensa mayoría de los ciudadanos. Algunos detalles suplementarios hacen aún más difícil de aceptar su versión de los hechos. El asesor admitió que durante aquella estancia en Durham realizó otro viaje de unos 50 kilómetros a un castillo del condado, algo contrario también a las normas del confinamiento. Cummings reconoció su impopularidad ("sé que mucha gente está enfadada conmigo", dijo), pero de esa hostilidad popular culpó a la prensa por haber inventado informaciones falsas en torno al viaje, sostuvo. Negó, por ejemplo, haber regresado por segunda vez a la granja en Durham tras volver a Londres, como publicaron dos periódicos. La policía de esa localidad está investigando lo ocurrido, así como varias quejas del vecindario presentadas a raíz de conocerse el viaje.

El poder del estratega del 'brexit'

El caos y los sobresaltos acompañan al Gobierno de Johnson. Nunca se había visto antes que un consejero del primer ministro celebrara una rueda de prensa por ser el centro de un escándalo. En el pasado, cuando el consejero se convertía en el foco de la prensa, eso implicaba que debía dejar el cargo inmediatamente. Que en el caso de Cummings no haya ocurrido muestra el enorme poder del estratega del 'brexit' y del hombre detrás de la campaña electoral que dio a Johnson una mayoría abrumadora. Los británicos se preguntan ya hace tiempo quién manda realmente en el país.

El domingo, el primer ministro hizo una vigorosa defensa de su hombre imprescindible, una intervención humillante que empeoró aún más las cosas, al asegurar que su asesor actuó "de manera responsable, legal y con integridad", siguiendo "los instintos" paternos. Johnson ni siquiera evocó la posibilidad de investigar las alegaciones. Trató de hacer pasar blanco por negro y provocó la indignación general, como testimonian las redes sociales y una revuelta entre sus propios diputados. Una veintena de ellos han pedido que Cummings sea cesado. El malestar alcanza a los votantes del Partido Conservador, que al igual que el resto de los ciudadanos, sin distinción de tendencia política, se sienten burlados. Los parlamentarios están recibiendo miles de correos de protesta de sus votantes. Con 40.000 muertos, después de semanas de estar confinados, separados de sus familiares y sin poder tan siquiera decir adiós a los seres queridos fallecidos, ahora creen que el primer ministro les ha tratado con total desprecio.

Uno de los asesores científicos del Gobierno, Stephen Reicher, profesor de Ciencia del Comportamiento, calificó el viaje de una "debacle" que "socaba de manera irremediable", la lucha del país contra el coronavirus y puede costar más vidas. Hasta los obispos lo han condenado. Prensa afín a Johnson, como el 'Daily Mail' o el 'Spectator', donde trabaja la mujer de Cummings, han pedido la dimisión de asesor. El 'Mail' se preguntaba "¿En qué planeta viven?" ambos. Lo que está en cuestión no es sólo el incidente en sí, sino el propio juicio del primer ministro. Lo ocurrido es una enorme distracción cuando el país está en medio de la pandemia, con las escuelas, los comercios y muchos otros servicios aún cerrados y la economía en recesión.