Que Jared Kushner es alguien muy especial en el universo de Donald Trump ha quedado de manifiesto en la campaña electoral y en la transición. A partir del 20 de enero, se demostrará también en la Casa Blanca. Fuentes del equipo de Trump han avanzado que Kushner, un joven y exitoso promotor inmobiliario e inversor en tecnología casado con Ivanka Trump, con quien ha dado tres nietos al presidente electo, será «asesor especial» de la presidencia. Era un nombramiento con el que se especulaba desde hace semanas pero ahora se confirma y el anuncio oficial podría llegar hoy, cuando Kushner cumple 36 años.

Pocos ascensos ha habido tan fulgurantes en la política de EEUU como la de este yernísimo, pero es que también hay pocas personas que despierten tanta confianza a Trump como Kushner, salvando, quizá, Ivanka, para la que también se da por seguro un cargo especial en la Casa Blanca. Ambos han sido sus confidentes, le han asesorado en cuestiones de política nacional e internacional, especialmente Israel y Oriente Medio, tanto antes del 8 de noviembre como después y Kushner hasta le ha ayudado a escribir algunos discursos y a formar gabinete.

Según han explicado dos fuentes a The New York Times, incluso se ha pactado con la Administración de Barack Obama que esta se comunique con Kushner en materias de política exterior durante la transición. Y la voz del joven, por ejemplo, fue clave para convencer a Trump de que eligiera al presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, como su máximo asesor económico. Y también tuvo que ver, y mucho, en el hecho de que el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, cayera en desgracia.

En esas dos historias, la de Cohn y la de Christie, late la historia personal y empresarial de Kushner, como Trump hijo de un promotor inmobiliario y también como el presidente electo, que hizo crecer exponencialmente su negocio. Porque parte de ese crecimiento, así como nuevas aventuras empresariales, las ha financiado con dinero de Goldman Sachs (aunque su red de financiación incluye también otras muchas instituciones financieras, así como fondos extranjeros no siempre de origen conocido). Y parece que Kushner nunca ha perdonado a Christie los dos años que su padre, un hijo de supervivientes del holocausto que inició su negocio en Nueva Jersey, pasó en una cárcel gracias al trabajo de Christie cuando era fiscal.

Tanto en el caso del nombramiento de Kushner (como en el potencial de su hija Ivanka) Trump y sus asesores legales parecen haber alcanzado la conclusión de que no violará una ley contra el nepotismo establecida en 1967, después de que John F. Kennedy nombrara a su hermano Bobby fiscal general. Pero no todos los expertos están convencidos de que esa ley, que en principio solo afecta a agencias y oficinas federales, no incluya la Casa Blanca.

Kushner también tendrá que alejar los fantasmas de potenciales conflictos de intereses. En su nuevo cargo deberá recusarse de decisiones que tengan «efecto directo y predecible» en sus intereses financieros, algunos de los cuales deberá hacer públicos. Y abogados que ha contratado para que le ayuden a navegar esas pantanosas aguas han asegurado que ya ha empezado a dar pasos significativos para distanciarse del negocio familiar. Una de esas letradas ha asegurado, por ejemplo, que dimitirá como máximo consejero de Kushner Companies y realizará desinversiones de «bienes sustantivos».