Kamel Salhi, nacido en 1982, acabó ayer con la vida de su madre y de su hermana, valiéndose de un cuchillo, e hirió gravemente a una tercera persona que tuvo la mala fortuna de cruzarse en su camino. Ocurría en Trappes, una banlieue -suburbio de clases desfavorecidas y con alto riesgo de exclusión- de unos 32.000 habitantes al oeste de París. Podría tratarse de un simple suceso, si no fuera porque según afirmaron varios testigos, Kamel Salhi habría gritado «¡Allah akbar!» («¡Alá es grande!»), tras cometer su crimen. Por ahora, la Fiscalía Antiterrorista se mantiene al margen de la investigación y las autoridades privilegian la hipótesis de un conflicto familiar

A las 9.30 horas, las fuerzas del orden acudieron al lugar de los hechos tras ser alertados de «una disputa en la vía pública», explicó el ministro del Interior. Los agentes encontraron a Kamel Salhi atrincherado en la vivienda unifamiliar propiedad de su madre. «¡Allah akbar! Si entráis, ¡os mataré a todos!», amenazó al grupo de élite de la policía que le cercaba. Empuñando un arma blanca, Salhi salió el encuentro de los agentes del departamento de Yvelines y acabó abatido a tiros por las fuerzas del orden.

EXCONDUCTOR DE AUTOBÚS / Kamel Salhi no era ningún desconocido para las autoridades francesas. Según la emisora France Info, desde el 2016, el hombre, de 36 años, estaba fichado por apología del terrorismo. También era objeto de una ficha S, estatus con el que se designa a los individuos que suponen una amenaza para la seguridad del Estado, en su caso como una medida de prevención contra la radicalización terrorista. Por aquel entonces, Salhi trabajaba como conductor de autobuses públicos. Según la cadena de televisión francesa BF MTV, un pasajero habría recurrido a las autoridades denunciando a Salhi por insultos y comentarios incoherentes sobre Alá. Sus comentarios «provocadores» sobre la religión se tradujeron en una investigación interna en el seno de la RATP, empresa pública de transportes de la región de Île-de-France, y en su despido inmediato.

Según el ministro del Interior, Gérard Collomb, el treintañero también era conocido por sus «problemas psiquiátricos importantes», considerando así que el autor del crimen podría ser simplemente una persona desequilibrada y no «alguien comprometido que responda a las órdenes y consignas de una organización terrorista (…) del Estado Islámico en particular».

FRAGILIDAD PSICOLÓGICA / Según el director de gabinete del alcalde de Trappes, interrogado por France Info, la policía de la región conocía la «fragilidad psicológica» y los «problema de pareja» de Salhi. Así, su salud mental parece disipar la hipótesis de un nuevo atentado terrorista.

Sin embargo, pocas horas después del suceso, el Estado Islámico, a través de su agencia de propaganda Amaq, reivindicaba el crimen: «Un soldado del EI llevó a cabo el ataque en respuesta a la llamada lanzada para atentar contra los ciudadanos de los países de la coalición». Amaq también recordaba el mensaje de Abu Bakr al-Bagdadi, el califa del autodenominado Estado Islámico, transmitido el día anterior, coincidiendo con la festividad musulmana del Sacrificio.

Trappes es considerada por las autoridades francesas como uno de los principales focos de radicalización de jóvenes musulmanes. En los últimos años, cerca de 80 personas dejaron la región para unirse a las filas del Estado Islámico para combatir en la guerra de Siria.