En Salisbury, la urge inglesa del sudoeste de Inglaterra en el centro del drama del espía ruso envenenado, sus 45.000 habitantes están perplejos, angustiados y cada vez más enfadados por las tardías advertencias de las autoridades del peligro de contaminación al que han estado expuestos. “La forma en que se ha ocultado a la gente lo que pasaba es diabólica”, ha declarado al diario 'The Times' Kathleen Townsend, que trabaja en una zapatería. “Ya está bien de esconder y ocultar las cosas. Dejen que el público sepa lo que está ocurriendo. Después de todo es nuestra ciudad”, escribía en Facebook Dan Munday.

Desde hace una semana esta tranquila localidad con su famosa catedral gótica es un ir y venir de cientos de policías y personal militar. La presencia de decenas de ellos cubiertos de pies a cabeza con los inquietantes trajes de protección, propios de una guerra bacteriológica o la epidemia del ébola, no es precisamente tranquilizante. Tampoco lo ha sido el aviso que recibieron este domingo cientos de vecinos, a lo que se les advirtió que lavaran sus ropas y limpiaran otros objetos, desde móviles a las gafas, que podrían haber resultado contaminadas con el agente nervioso una semana antes.

La profesora Sally Davies, máxima autoridad médica en Inglaterra, pidió “a las personas que estaban tanto en el restaurante Zizi como en el pub The Mill, entre la una y media de la tarde del domingo (4 de marzo) y la hora de cierre en la noche del lunes” -unas 500 se calcula- que “laven las ropas que llevaban y las cosas que portaban”. Los objetos que no se pueden lavar deben ser colocados “en dos sacos de plástico cerrados” y “conservarlos hasta nueva orden”.

Mesa destruida

La exposición durante semanas o meses a las trazas de ese agente nervioso puede “causar problemas de salud”, señaló Davies, pero añadió que no hay motivo de alarma y se trata solo de una precaución. En esos dos establecimientos, donde se ha detectado “una contaminación limitada”, habían estado Serguéi Skripal y su hija y en ambos se han encontrado trazas de la sustancia venenosa. La mesa en la que se sentó la pareja en la pizzería ha sido destruida.

El mensaje de Davies, a la luz de “nuevas pruebas”, no especificadas, causó consternación. “Qué les van a decir las autoridades a los padres de un niño que esté contaminado con gas nervioso, porque estaban en Zizi o en The Mill el pasado domingo”, se pregunta Townsend. Tras el registro de la vivienda de Skripa y del cementerio donde se hallan enterrados su esposa y su hijo, las investigaciones se concentran nuevamente en el centro de la ciudad. No se ha alertado a los vecinos de la casa del espía o a visitantes del cementerio, si bien el policía Nick Bailey, en estado grave, se contaminó en el domicilio de Skripal.