“En la prisión militar de Saydnaya, el Estado sirio masacra en silencio a su propio pueblo. Las víctimas son en su mayoría civiles considerados opositores al Gobierno”. Es el demoledor inicio del último informe, publicado este martes, de la oenegé defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI). “Desde 2011 -sigue el texto- miles de personas han sido ejecutadas de manera extrajudicial en ahorcamientos masivos, llevados a cabo de noche y en el máximo secreto”.

En las 48 páginas del documento, titulado “Matadero Humano: ahorcamientos masivos y exterminio en la prisión siria de Saydnaya”,AI señala al régimen de Bashar al Asad como responsablede prácticas que equivalen a crímenes contra la humanidad. El texto se basa en 84 entrevistas efectuadas entre diciembre de 2015 y diciembre de 2016 con antiguos guardias, familiares de reclusos de Saydnaya, exprisioneros, jueces, expertos en detención y médicos cercanos al proceso.

“El día que las autoridades carcelarias llevan a cabo los ahorcamientos, al que se refieren como 'la fiesta' -explica el texto de AI-, recogen a las víctimas de sus celdas por la tarde. Les dicen a los detenidos que serán trasladados a una cárcel civil. En vez de eso, les llevan a una celda en el sótano del edificio rojo, donde les dan fuertes palizas de dos o tres horas. En mitad de la noche, les tapan los ojos y los trasladan en camiones o minibuses al edificio blanco. Allí, les llevan a un sótano y los ahorcan. Esto sucede una o dos veces por semana, y en cada ocasión cuelgan a entre 20 y 50 personas”, describe el texto, que detalla que “después de junio de 2012, se amplió el tamaño de la sala de ejecuciones para que pudiera ejecutarse a más gente al mismo tiempo”.

En fosas comunes

Sus cuerpos son luego sepultados en fosas comunes en terreno militar, sobre todo en los alrededores del pueblo de Najha. Las investigaciones de AI les hacen concluir que entre 5.000 y 13.000 personas fueron ejecutadas en Saydnaya entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015, pero la oenegé alerta de que estas prácticas se han levado a cabo en el país árabe por lo menos desde la época deHafez al Asad, padre de Bashar, a quien responsabiliza de la desaparición forzosa de 17.000 personas entre 1980 y 2000.

Los estomagantes testimonios recogidos por Amnistía Internacional hablan de guardias de seguridad de la prisión obligando a algunos reclusos a violar a otros o de palizas tan intensas y prolongadas que hacían que los prisioneros desearan la muerte. Su situación de aislamiento, sin comida, bebida, atención médica y siendo torturados de manera habitual, ha servido para aumentar el número de muertos en una cárcel que se estima podría albergar hasta 20.000 internos.

“Saydnaya es el final de la vida. El final de la humanidad”, asegura en referencia al centro penitenciario, ubicado una veintena de kilómetros al norte de Damasco, un antiguo guardia de la prisión citado en el informe por AI como Abu Muhammed.

La organización exige una investigación independiente sobre los hechos acaecidos en Saydnaya.