América Latina ha perforado la barrera de los 100.000 muertos por covid-19 y los dos millones de contagios. Los números no sorprenden. Cuando, semanas atrás, algunos países comenzaron a acelerar la desescalada, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió de que la puerta de salida de la cuarentena todavía estaba lejos. El invierno en el hemisferio sur ha obligado a redoblar las restricciones a pesar de sus enormes costes económicos, sociales y emocionales, en especial para los millones de latinoamericanos precarizados.

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Brasil es el centro de la pandemia. Roza los 53.000 fallecimientos y en pocos días tendrá 150.000 casos positivos. Los costes de haber subestimado al coronavirus dejan al gigante sudamericano en una situación de mayor desventaja frente a sus vecinos. El sistema hospitalario está a punto de desbordarse.

El Gobierno de ultraderecha de Jair Bolsonaro aun se empecina en forzar la apertura comercial y apuesta al éxito de una vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford que comenzó a probarse entre 2.000 personas en Sao Paulo. Sus patrocinadores ya avisaron de que el resultado de los exámenes es incierto y el camino por recorrer, largo.

Perú no solo es el segundo país de la región en cantidad de contagios (más de 260.000) sino el sexto en todo el planeta. Ya ha enterrado a casi 9.000 ciudadanos y sus ucis están al límite. A pesar de sus éxitos macroeconómicos, el 70% de los peruanos trabajan de manera precaria y la ayuda estatal es exigua. Esta semana tuvieron lugar las primeras protestas contra el confinamiento.

Panorama desalentador

Chile ha superado a España en la cifra de infecciones (casi 260.000) y llegará el fin de semana a los 5.000 óbitos. El Gobierno de derechas cambió a las autoridades sanitarias pero poco ha variado. «Quienes han liderado la crisis no conocen su país y han perdido el pudor frente a la gente. Hoy nos tienen con hospitales colapsados, jóvenes cumpliendo su cuarentena en coches, estudiantes sobre los techos para conseguir señal de internet, ollas comunes para enfrentar el hambre», denuncia el portal El Desconcierto.

México se ha convertido en el 13º país del mundo con más infecciones y el séptimo con mayor cantidad de decesos al traspasar la barrera de los 20.000 muertos. El presidente Andrés Manuel López Obrador no ha cesado en mostrarse a favor de avanzar la senda de la desescalada, pero los epidemiólogos lo refutan y temen que la cantidad de muertes llegue a las 50.000.

En Bolivia se han rebasado los 26.000 casos positivos, pero se sospecha que el Gobierno de facto no cuenta toda la verdad. Apenas tienen 100 camas de cuidados intensivos. Varios hospitales decidieron suspender parcialmente la atención. Las historias de personas muertas en las calles son diarias. El Salvador ofrece un panorama engañoso, con 5.550 contagios y 119 decesos. Pero sus hospitales están a tope.

Desgaste en Argentina

Tras cumplir tres meses de cuarentena, Argentina acumula unos 1.100 fallecimientos y cerca de 14.000 infecciones. La elogiada política de contención del presidente Alberto Fernández ha llegado a un punto crítico. El 90% de los contagios tienen lugar en la ciudad de Buenos Aires y su populosa periferia. El temor a un agravamiento exponencial de la pandemia ha llevado al Gobierno peronista a decidir una inminente implementación de restricciones durante 15 días.

«Crece el movimiento, crecen los contagios. Hay algo que no está funcionando, quédate en tu casa, no salgas», pidió Fernández. El presidente ha tenido que afrontar manifestaciones a favor de la desescalada y contra la «dictadura» de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Colombia también resolvió prolongar el confinamiento hasta el 15 de julio. Se han contabilizado unos 2.500 decesos y 74.000 positivos.

El covid-19 es apenas la expresión más urgente de los problemas de salud de América Latina. Se han registrado más de 1,6 millones de casos de dengue durante los primeros cinco meses del 2020, la mayoría en Brasil.