No por esperado fue menos doloroso. Tras una tensa campaña electoral marcada por su deriva populista anti-inmigración y por los constantes problemas internos en el gobierno federal, ayer los aliados bávaros de la canciller Angela Merkel recibieron un duro correctivo en las urnas. Así, según los primeros sondeos, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) pierde su mayoría absoluta al obtener un 35,5% de los votos (-12,2%), unos resultados que a pesar de ser los peores desde 1950 les permite seguir siendo la fuerza más votada del land.

La fuerte influencia de la política nacional ha marcado estos comicios. Conscientes de la fuga de parte de sus votantes a la ultraderecha, durante los últimos meses los dirigentes de la CSU redoblaron sus ataques a la política migratoria de Berlín y su mano dura en Baviera. El ministro del Interior y líder bávaro, Horst Seehofer, casi llevó al gobierno federal al colapso al amenazar con un cierre de fronteras unilateral mientras el ministro-presidente de Baviera, Markus Söder, criticaba el «turismo de asilo» y ordenaba colgar cruces en los edificios públicos. Ninguna de esas estrategias parece haber funcionado.

La otra cara fueron los Verdes. La formación ecologista triunfó al capturar un 17,7% de los votos, 9,1 puntos más que hace cinco años, situándose así como segunda fuerza regional. El éxito de esta formación de centro-izquierda puede abrirle las puertas del gobierno.

El otro gran ganador fue la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que además de saber marcar la agenda política a escala nacional y en Baviera, logró un 10,3% de los votos que le permiten entrar por primera vez en el parlamento bávaro. Con esta, el partido anti-inmigración ya tiene representación en todos los estados de Alemania.

Los grandes perdedores de estos comicios volvieron a ser los partidos mayoritarios. Además de la CSU, los más damnificados fueron los socialdemócratas (del 20,6% obtenido en 2013 a tan solo un 9,6%), que PASan a ser la quinta fuerza de Baviera, certificando la decadencia a escala nacional del SPD. Los resultados de los comicios bávaros no se entienden sin la fuerte influencia de la política nacional, que ha marcado parte del debate en este próspero land. Así, el descontento con el gobierno federal y sus sucesivas crisis han pasado factura a CSU y SPD mientras que el peso de la política migratoria ha alimentado, en sentidos opuestos, a ultraderecha y ecologistas.

SEIS PARTIDOS / El hundimiento de los partidos tradicionales también ha dado alas a formaciones hasta ahora minoritarias, llevando la fragmentación a un parlamento bávaro que por primera vez en la historia dará cabida a seis partidos distintos.

Tras gobernar casi ininterrumpidamente durante más de seis décadas, el panorama que se dibuja obligará a la CSU a sentarse en la mesa de negociaciones. Aunque Los Verdes, la segunda fuerza más votada en Baviera, aseguraron estar dispuestos a negociar una coalición de gobierno con los conservadores, la proximidad ideológica podría llevar a los de Söder a aliarse con Freie Wähler (Electores Libres), un partido regional conservador y bávaro con el que comparten más puntos, que ha obtenido el 11,4% de los votos, la tercera fuerza del Estado. Sin embargo, la aritmética no llega para esta coalición y necesitarían a un tercer partido. En 2008 la CSU formó gobierno con los liberales (FDP), que ahora regresan al arco parlamentario con un 5% de los sufragios. Quien quedará apartado de esas negociaciones será AfD.