Cuando en mayo de 1940 las tropas de la Wehrmacht impusieron el control militar sobre Bélgica, algunos de sus ciudadanos no dudaron en tender la mano al Tercer Reich y unirse a la causa nazi. Hoy, 75 años después del final de la segunda guerra mundial, esos colaboradores con el sanguinario régimen de Adolf Hitler aún cobran una pensión por parte de Alemania. El escándalo ha indignado a la clase política belga, que el pasado miércoles exigió a Berlín retirar esa paga.

Aprobado unánimemente por el comité de Asuntos Exteriores belga, el documento asegura que aún habría hasta 30 personas cobrando una pensión como parte de un decreto aprobado en 1941 y no retirado que establecía ese derecho para los ciudadanos de los territorios ocupados que jurasen «lealtad, fidelidad y obediencia» al Führer, entre los cuales figuran excombatientes de las Waffen-SS.

Los pagos serían abonados individualmente por varios estados alemanes y, según el trabajo del historiador Alvin de Coninck, oscilan entre 435 y 1.275 euros mensuales. En contraste, los belgas que sobrevivieron a los campos de trabajo forzado nazis reciben unos 50 euros al mes. «Esta pensión muestra que los colaboradores belgas con el régimen nazi son considerados como cualquier otro tipo de trabajador aun siendo condenados por participar en la guerra», reza el documento. Desde el 2008, la ley permite que los estados puedan suspender esos pagos, algo que se ha ejecutado en 99 ocasiones. Esta lacra se estima que traspasa las fronteras belgas. Este viernes, el Ministerio de Trabajo alemán aseguró a la agencia AFP que en todo el mundo hay 2.033 personas que reciben una pensión del Gobierno teutón, aunque se desconoce si son voluntarios nazis o personas reclutadas a la fuerza.

De estas, casi tres cuartas partes se encuentran en Europa: 573 personas en Polonia, 184 en Eslovenia, 101 en Austria, 94 en la República Checa, 71 en Croacia, 54 en Francia, 48 en Hungría y 34 en el Reino Unido. También se habrían realizado pagos similares en España, pero se desconoce su cuantía.