Todo cambia para seguir igual. Tras más de medio año de parálisis política, el nuevo Gobierno alemán presentó esta semana su Presupuesto para el 2018, un proyecto de línea continuista que a pesar de elevar las inversiones mantiene su fetichista apuesta por el "déficit cero". Así, un año más y a pesar de su abultado superávit, Alemania seguirá aplicando su mantra de la austeridad y gastará menos de lo que ingresa en lo que el nuevo ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz (SPD), ha considerado una "política financiera responsable". Según sus previsiones, el Gobierno federal gastará este año 341.000 millones de euros, un 3,1% más. Hasta el 2022 esa inversión crecerá el 4,4%, el 1,5%, el 0,4% y el 1,4%.

Como explicó Scholz, las cuentas de Berlín también prevén una reducción progresiva de la deuda nacional para que el próximo año se sitúe por debajo del 60% en relación al PIB, como obligan las directrices europeas. Por otro lado, el Gobierno federal prevé que la inversión pública crezca hasta los 37.4000 millones de euros en el 2019, unas cifras que caerán hasta los 33.500 millones en el 2022, datos por debajo de los niveles del 2017.

Además del Presupuesto para 2018, el ejecutivo teutón también ha acordado los parámetros financieros del 2019 y el plan financiero hasta el 2022, que apunta a un incremento en las ayudas a las familias y a la formación así como en las inversiones en infraestructuras, digitalización y vivienda social. El Gobierno reformará la Constitución para que pueda invertir en competencias que hasta ahora dependían exclusivamente de los estados federados.

Los presupuestos de Scholz son un revés para las aspiraciones europeístas del SPD. Aunque era una de sus principales promesas y exigencias para entrar en el gobierno, el documento presentado ayer sigue los mismos planes de su predecesor, el paladín de la austeridad fiscal Wolfgang Schäuble (CDU), y no incluye ningún aumento de la contribución alemana a la Unión Europea en los próximos cuatro años.

Cuando el pasado 7 de febrero la cancillera Angela Merkel estrechó la mano con Martin Schulz para sellar un nuevo pacto de gobierno de Gran Coalición, los socialdemócratas lo hicieron celebrando haberse hecho con el influyente ministerio de Finanzas. Los conservadores cargaron contra su líder por tal concesión al SPD pero la elección de Scholz como heredero de Schäuble ya apuntó a que habría pocos cambios. Tras nombrar al co-director de Goldman Sachs en Alemania, Jörg Kukies, como secretario de Estado de Finanzas y mantener a los altos cargos ministeriales esa línea se confirmó.

Críticas internas

A pesar haber sido aprobado "por unanimidad" en el consejo de ministros, el presupuesto de Scholz ya ha recibido críticas desde dentro del gobierno. La titular de Defensa, Ursula Von der Leyen, y el de Desarrollo, Gerd Müller, han pedido que se incremente la partida destinada a sus carteras para los próximos años.

Más allá de las quejas, el gasto en Defensa llegará a los 38.5000 millones de euros, un incremento de 1.500 millones respecto al Presupuesto 2017. Aunque esa inversión se mantiene en el 1,2% del PIB, lejos del 2% que le exige EEUU y con el que los miembros de la OTAN se han comprometido para el 2024, Scholz ha prometido que seguirá creciendo a más de 42 millones para el 2021. Aunque el presupuesto también crece, Alemania no cumplirá con el acuerdo internacional de destinar un 0,7% de su PIB a ayudas a los países en desarrollo.

Ambas en manos conservadoras, Defensa y Desarrollo aspiran a que esas partidas presupuestarias se aumenten durante la tramitación parlamentaria de principios de julio en la que los presupuestos deberán ser aprobados.