Desde que Walter Hallstein se despidiera en 1967 de la jefatura de la Comisión Europea, ningún alemán ha dirigido el organismo que ostenta la iniciativa legislativa en la Unión Europea. Hasta ahora Alemania, el país con mayor peso en el club, se había conformado con llevar la voz cantante (con éxito) entre bambalinas. El paso adelante dado por el alemán Manfred Weber, jefe de filas del PPE en el Parlamento Europeo y miembro de la CSU bávara, sugiere que Berlín no solo quiere controlar estratégicamente sino también reinar en las instituciones europeas.

Se mire hacia donde se mire en Bruselas la influencia de Berlín es evidente. Puede que el actual presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, sea luxemburgués, que la alta representante para la política exterior de la UE, lo mismo que los presidentes de la Eurocámara y el BCE, sean italianos y que el del Consejo Europeo sea polaco, pero algunos de los principales altos cargos en las instituciones de más peso tienen pasaporte alemán.

Es el caso, de la secretaría general del Parlamento Europeo, que ostenta el cristianodemócrata alemán Klaus Welle; de la del servicio de acción exterior, el cuerpo diplomático europeo que tiene a la veterana Helga Schmid al frente, y también de la Comisión Europea en cuya cúspide se sitúa desde principios de este año el exjefe de gabinete de Juncker, Martin Selmyr, tras un controvertido proceso de selección opaco y poco transparente reprobado por políticos y funcionarios en Bruselas.

LARGA BATALLA POLÍTICA / Y es que, tres secretarios generales con pasaporte germano «es demasiado», sostienen varias fuentes. De momento, el paso al frente dado por Weber no es más que el inicio de una larga carrera cuyo desenlace dependerá del resultado de las elecciones europeas que se celebrarán entre el 23 y 26 de mayo en la UE y de las decisiones que tomen los jefes de Estado y de gobierno de la UE posteriormente. ¿Escogerán como presidente del Ejecutivo al cabeza de lista del partido más votado o Spitzenkandidat, como exige la Eurocámara, o tendrán la última palabra los líderes de la UE, como pide el presidente francés Emmanuel Macron?

El político bávaro, que aterrizó en la Eurocámara en el 2004 y lidera el PPE desde el 2014, se ha presentado como el hombre que necesita Europa en estos momentos de incertidumbre y amenaza populista. «No podemos seguir como hasta ahora en la UE. Ayudaré a devolver Europa a la gente y a restablecer el vínculo entre ciudadanos y Unión Europea. Quiero abrir un nuevo capítulo en la UE», ha dicho. Weber también apuesta por reforzar el modelo social europeo y los valores del Viejo Continente que «están siendo amenazados desde fuera y desde dentro» y promete «un nuevo comienzo y más democracia».

El camino, sin embargo, no lo tiene para nada despejado. Destaca la tibieza con que ha respondido a la desafiante actitud del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que forma parte del PPE, el grupo de mayor peso. Los rumores sobre su candidatura se intensificaron la semana pasada cuando se filtró, a falta de la confirmación de la CDU, el apoyo de la cancillera alemana Angela Merkel.

La decisión final la tendrá el congreso del PPE que se celebra en noviembre. Otros nombres que reflexionan sobre la posibilidad de presentarse son el del negociador jefe de la UE para el brexit, el excomisario y exministro francés, Michel Barnier, y el exprimer ministro finlandés, Alexander Stubb. Además del presidente de la Comisión, la UE deberá elegir nuevo presidente del Parlamento Europeo, del Consejo Europeo, de la diplomacia europea y también a nuevo presidente del Banco Central Europeo ya que el cargo que ocupa Mario Draghi llega a su término el 31 de octubre del próximo año. Un puesto en el que Merkel ansiaba colocar al presidente del Bundesbank, Jens Wiedmann, pero al que ha renunciado por la férrea oposición francesa.