A las 9:37 horas, con 40 minutos de retraso, en la mañana de este viernes el puente Morandi de Génova, estilo racional y orgullo nacional desde que en los años 60 los arquitectos descubrieran las virguerías que se podían realizar con el cemento armado, ha dejado de existir, dinamitado con cargas controladas en una obra de ingenieria explosiva nunca realizada en Italia. El efecto óptico ha sido el de cientos de surtidores blancos que subían haia el cielo, mientras el cemento se derrumaba hacia el río que circula por debajo.

La defragración ha durado cinco largos segundos y ha sido precedida por numerosos y abundantes chorros de agua, con el objetivo de anticipar la intensa nuve de polvo que se habría levantado.

El retraso en la detonación de mil toneladas de dinamita, distribuida en centenares de microcargas, debía de haberse producido a las 9:00 horas, pero ha tenido que ser retrasada porque en las horas anteriores un anciano se había atrincherado en uno de los pisos abandonados y dos migrantes habían ocupado otro piso que encontraron sorprendentemente libre, según dijeron, ignorando que al cabo de poco podía saltar por los aires.

Vía Porro, la calle de Génova sobre la que sorprendentemente transcurría el puente sobre sus casas ha desaparecido para siempre. Sus habitantes ya habían entregado las llaves de los pisos a las autoridades y en mayo pudieron volver a entrar por cuarta y última vez en los que fueron sus domicilios, sus recuerdos y sus vidas. Muchas de las cerraduras de entrada estaban forzadas y las palanquetas hendidas dejadas sin miramientos en el suelo.

La primera voladura de un puente de aquel tamaño, situado en pleno centro de una ciudad, es la primera vez que se produce en Italia y Europa, según han manifestado todas las autoridades, civiles y militares: “ha salido perfectamente”.

La parte central del puente se había derrumbado el pasado 14 de agosto, al mediodía, llevándose coches, motos y camiones hasta el río Polvedera, junto con la vida de 43 personas. Entre ellos estaba Giovanni Battiloro, que junto con dos amigos iban a Barcelona para sus vacaciones, cuando fue engullido por el corte repentino de la estructura. Su hermana Laura ha realizado un videoclip y la canción “llueve sobre mi alma” con las últimas imágenes del móvil de los tres amigos mientras atravesaban el puente que se abrió a sus pies.

Durante estos 10 meses sin puente, la ciudad ha tenido que cambiar su funcionamento, el puerto ha perdido parte de su trabajo, los ciudadanos horas de circunvalaciones por falta de la espina dorsal de la ciudad. Pero los descendientes de una de las cuatro Repúblicas Marineras de la península no tienen fama de amedrentarse. “Crecí mientras construían el puente y he venido a verlo por última vez”, decía sin emociones evidentes este jueves Pietro, ya jubilado, mientras tomaba unas fotos de los dos muñones que desde hacer un año constituyen el paisaje urbano de la ciudad.

3.000 PERSONAS EVACUADAS

Para la operación de voladura han sido evacuadas a partir de las siete de la mañana 3.000 personas, albergadas en residencias hasta la noche de este viernes, mientras que las mujeres embarazadas han sido provisionalmente ingresadas en hospitales. Los restaurantes de la zona han sido contratados para servir las comidas. Paga Austosrade, de la familia Benetton, que desde aquel día de agosto está en el punto de mira del Gobierno populista, que quiere quitarle la licencia de las autopistas y no quiere dejarla entrar en el capital de la nueva Alitalia -único accionista que completaría el capital-, en cuya caja quedan menos de 400 millones, equivalente a aproximadamente 400 días de vuelo asegurado.

Además de las personas, han tenido que ser cerradas tods las autopistas que atraviesan y rodean la ciudad, los trenes habían sido suprimidos, las carreteras cortadas y casi dos mil policías e incluso celadores de las cárceles destacados a la capital de Liguria para mantener el orden y las normas previstas para la explosión.

Hasta el pasado lunes fueron colocadas centenares de microcargas de dinamita en las columnas de los puentes, encima de los cuales se habían construido 40 minipiscinas con agua que han explosionado simultáneamente, llevándose el polvo hacia el suelo, junto con un poco de amianto amalgamado con el cemento durante la construcción. Otras 4.000 “vejigas” gigantes también llenas de agua habían sido colocadas en correspondencia con las cargas de dinamita para mitigar la explosión y llevarse consigo, al explosionar, el polvo desprendido. En el suelo, montones de escombros seleccionados para mitigar la caída y las furgonetas de ARPA, la gencia que está monitoreando el aire. Cuando ella diga, los 3.000 volverán a sus domicilios.

Pocos días antes de la voladura, se había echado la primera colada para el nuevo puente, construido en el mismo lugar con proyecto regalado de Renzo Piano, ciudadano de Génova, que tendrá forma de quilla y que prometen estará terminado en un año. Génova volverá a tener entonces una nueva columna vertebral que una sus dos partes: el puente, símbolo de unión y reunión como retratan los reveses de todos los billetes de la moneda europea.