Un total de 16 personas murieron ayer, seis de ellos niños, durante un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y un grupo armado sospechoso de haber participado en los atentados del pasado Domingo de Resurrección en Sri Lanka, en los que fallecieron entre 250 y 260 personas y otras 500 resultaron heridas, según confirmaron ayer fuentes oficiales. En la operación, llevada a cabo en la ciudad oriental de Kalmunai, murieron seis niños, tres mujeres, un civil y seis terroristas. También hubo al menos cinco heridos debido a los tiroteos entre las fuerzas policiales y los terroristas, según confirmaron fuentes del Ejército, que agregó que «no hubo bajas dentro de las tropas», en referencia a las fuerzas policiales.

El operativo de las fuerzas de seguridad se inició la noche del viernes tras recibir un aviso sobre la existencia de una casa donde se ocultaban personas vinculadas con los atentados suicidas, lo que desencadenó un tiroteo y una serie de explosiones. Las muertes se produjeron cuando, de acuerdo a las declaraciones de las autoridades, los suicidas cargados de explosivos se inmolaron matando a sus propias familias.

«Los terroristas se hicieron explotar junto a sus familias», aseguró la fuente militar. Los enfrentamientos se desarrollaron durante varias horas después de que las fuerzas de seguridad llevasen a cabo redadas en varias localidades del país.

Las redadas se llevaron a cabo después de los atentados suicidas en tres iglesias y tres hoteles de lujo en Sri Lanka, con más de 250 muertos y 500 heridos, y de los que se responsabilizó el grupo yihadista Estado Islámico (EI). La serie de ataques ocurridos el pasado domingo casi simultáneamente fueron cometidos por al menos nueve suicidas cargados de potentes explosivos. Horas después, una séptima detonación tuvo lugar en un pequeño hotel situado a una decena de kilómetros al sur de la capital, y la última en un complejo residencial, también en Colombo.

Atentados de esta magnitud no habían tenido lugar en Sri Lanka desde la guerra civil entre la guerrilla tamil y el Gobierno, un conflicto que duró 26 años y finalizó en el 2009. Según datos de la ONU, más de 40.000 civiles perdieron la vida durante ese largo enfrentamiento.

El presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, prohibió ayer a las dos organizaciones fundamentalistas a cuyos miembros se les atribuye la responsabilidad de la serie de ataques coordinados del Domingo de Resurrección. Sirisena «ha tomado medidas para prohibir las organizaciones National Thawheed Jammath (NTJ) y Jamathei Millathu Ibraheem (JMI) en Sri Lanka», informó a través de un comunicado la oficina de prensa de la Presidencia.

Asimismo, en el marco de las regulaciones del estado de emergencia todavía vigente en la isla «se han tomado medidas para prohibir otras organizaciones».