El hospital Reina Sofía ha reordenado recientemente la atención al paciente que ha sufrido un ictus a fin de depurar los circuitos e incrementar así la precisión y la rapidez en la administración de los tratamientos. La nueva unidad se ubica en un lugar estratégico, junto a las urgencias y muy próximo al TAC (nivel -1 Hospital General). En la primera semana de funcionamiento se han atendido once pacientes, tres de ellos revestían gravedad y el resto leves.

Hasta ahora, la unidad en la que se atendían a estos pacientes se ubicaba en la UCI y desde la semana pasada reciben asistencia en una nueva -dependiente de la unidad de gestión clínica de neurología- dotada con personal y equipamiento propios -y la UCI queda reservada para los pacientes en situación grave-. Así, dispone de hasta 6 camas y se ha dotado con un neurólogo, 8 enfermeras, 6 auxiliares y un celador en turnos de mañana, tarde y noche.

La dirección del hospital agradece su implicación a todas las unidades que participan en la atención de estos pacientes y que ahora han revisado los circuitos para garantizar la mejor asistencia posible (personal del área de enfermería y facultativos de neurología, intensivos, radiodiagnóstico-especialmemente neurorradiología-, urgencias, medicina interna y rehabilitación, entre otras). El trabajo coordinado de todos ellos posibilita el mejor abordaje para el paciente en función de su estado y del tiempo transcurrido.

El hospital Reina Sofía es unidad de referencia de ictus para Córdoba y Jaén en la aplicación 24 horas al día, 365 días al año de trombectomía. Al complejo sanitario se derivan todas las activaciones del código ictus que se producen en ambas provincias. Al llegar a esta unidad, los pacientes que acaban de sufrir un accidente cerebrovascular son valorados por los especialistas, se estabilizan las constantes, se realiza un TAC craneal para descartar hemorragia y con los criterios clínicos se decide si el enfermo es apto para tratamientos de reperfusión endovenosos (fibrinolisis) o endovasculares (trombectomía mecánica), que tratan de restaurar el flujo cerebral interrumpido y disminuir el daño cerebral. Si el estado es muy delicado puede pasar a UCI para completar allí su atención o, si reviste menos gravedad, pasar a planta -o directamente de alta a casa- una vez que se estabilice.

En este espacio, los pacientes están monitorizados continuamente y pueden permanecer entre 48 y 72 horas hasta su recuperación. Una vez que reciben el alta, se les cita en consulta para su revisión por el neurólogo y se les realiza una ecografía doppler de control para comprobar el grado de oclusión de las arterias cerebrales.

Signos de alerta

La activación del código ictus desde que se detecta permite la coordinación entre los equipos de emergencias extrahospitalarias y hospitalarias previamente a la llegada del paciente al hospital. En esta línea, los especialistas recuerdan que es conveniente avisar a los servicios de emergencias ante los signos de alerta del ictus, que son cefalea intensa, problemas para hablar y/o pérdida de visión de forma brusca, desviación de la comisura bucal y pérdida de fuerza y/o de la sensibilidad en medio cuerpo.

Los profesionales del hospital Reina Sofía atienden cada año a unos 900 pacientes con ictus. Algo más de la mitad se suele tratar en fase aguda de la enfermedad y, de ellos, aproximadamente el 20% va a precisar tratamiento recanalizador. En esta línea, director de la Unidad de Gestión Clínica de Neurología, Juan José Ochoa, destaca que los pacientes más graves -siempre que los especialistas consideren que son candidatos para someterse a ello- podrán beneficiarse de los tratamientos endovasculares en las primeras horas tras sufrir el ictus.

El neurólogo explica que “la instauración de este tratamiento sin esperas ha cambiado la forma de actuar frente al ictus en fase aguda, ya que suelen ser devastadores clínicamente y ahora somos capaces de tratarlos obteniendo un importante beneficio clínico”. En los últimos años se vienen realizando del orden de entre 130 y 150 trombolisis anuales.

Los casos de ictus se han ido incrementando en los últimos años por factores como la obesidad, hipertensión o tabaquismo, pero sobre todo por el envejecimiento de la población y la mayor esperanza de vida. El 85% de los episodios se produce en mayores de 65 años. La incorporación de los avances que se han ido produciendo en el ámbito diagnóstico y terapéutico, la formación continua, la implantación del Proceso Asistencial Integrado Ataque Cerebrovascular hace ya más de 10 años, el fomento de la coordinación con otros niveles asistenciales, la incorporación de nuevos fármacos y la activación del código ictus, han posibilitado la mejora de los resultados en salud durante los últimos años para los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular agudo.

Incidencia

El ictus continúa siendo el problema neurológico grave más frecuente del mundo (constituye la primera causa de mortalidad en las mujeres, la segunda en los hombres y supone la primera causa de invalidez permanente en el adulto). Su incidencia es de unos 200 casos por 100.000 habitantes al año, es decir en Andalucía cada año más de 17.000 personas sufren un ictus.

Andalucía ha priorizado la atención al ictus a través de la creación de planes operativos que recogen la realidad de cada provincia y con los que se garantiza a todos los usuarios el acceso a una atención asistencial completa, de calidad, que disminuye la mortalidad y el nivel de dependencia del paciente tras el ictus.

La atención hospitalaria se estructura en tres niveles, según la complejidad: equipos de ictus (todos los hospitales que atienden ictus), unidades de ictus (al menos una por provincia) y unidades de referencia. Además, se trabaja en la puesta en marcha del Centro Andaluz de Teleictus para posibilitar una respuesta más rápida y efectiva con el apoyo de las nuevas tecnologías de la información.

Esta organización es la que ha demostrado los mejores resultados en salud, en términos de mortalidad y discapacidad secundaria a las secuelas de un evento agudo, así como de calidad técnica y de satisfacción percibida.