Podría haberse hecho famoso por ser uno de los futbolistas más atractivos del Reino Unido (con permiso de David Beckham). Pero la casualidad o la suerte lo llevaron a viajar a Barcelona, enamorarse de la ciudad y ser descubierto por la agencia de modelos Élite, que lo convenció rápidamente para colgar las botas y ponerse detrás de una cámara.

Porque Stephen James se crece detrás de cada fotografía: ya sea exhibiendo sus facciones perfectas o dejando ver el mosaico tatuado que cubre cada centímetro de su piel. Una pasión que el top model potenciará en cuestión de días abriendo el mayor centro de tatuajes de España —si no de Europa— en pleno centro de Barcelona, en la calle de Trafalgar.

Contemplarlo es como ir a una exposición: en un hombro, la cara de Dalí, y en el otro, la reina Isabel; en una mano, Oscar Wilde, Frida Kahlo, Morrisey… conviven con calaveras y símbolos. Su piel está estampada hasta el perfil de su rostro, «intocable». Tiene claro que allí está el límite para seguir siendo un reclamo para marcas y portadas de revista.