A sus 94 años, la reina Isabel II es la soberana más longeva de Europa. Desde que fue entronizada en 1952 ha visto pasar a 12 hombres y dos mujeres por el 10 de Downing Street, desde Wiston Churchill, Anthony Eden, Harold Wilson, Margaret Thatcher, David Cameron o Theresa May, hasta el actual primer ministro, Boris Johnson. Lleva sosteniendo el cetro y la Corona de San Eduardo 68 años y solo está a seis de batir el récord de Luis XIV, el Rey Sol, que reinó durante 72 años.

La monarca británica es un ejemplo de magnífica salud y mejor forma física y aún presume de montar a caballo en los terrenos de Balmoral.

Longevidad

Es probable que Isabel II haya heredado su espléndida longevidad por vía materna, que falleció en el 2002 a los 101 años de edad. Y ella va camino de superarla. Pero no todo es genética, sostiene el especialista británico en monarquías y estilo de vida Bryan Kozlowski, que acaba de publicar en Long Live the Queen: 23 Rules for Living from Britain’s Longest Living Monarch (Larga vida a la reina: 23 reglas para vivir como la monarca reinante más longeva de Gran Bretaña), un libro en el que cuenta los secretos de la salud de hierro de la matriarca de los Windsor. «Ha envejecido increíblemente bien y es el paradigma de la salud y el bienestar», ha explicado a The New York Post Kozlowski, que en su manual sostiene que, en cuanto a sus hábitos y rutinas, la reina no vive como una reina.

Más bien lleva un estilo de vida bastante sencillo, austero y mundano, que cualquiera de sus súbditos podrían mantener. Sin embargo, a la vista están los magníficos resultados en la esposa de Felipe de Edimburgo, otro ejemplo de longevidad, pues el próximo junio cumplirá nada menos que 100 años.

«Para lograr la longevidad, la mayoría de la gente tiende a pensar que es necesario mantener un régimen de ejercicio riguroso», explica el autor. No es el caso de Isabel II. Tal como muestra la serie de Netflix The Crown, la reina es practicante del «ejercicio sensato»: realiza caminatas rápidas casi a diario y monta a caballo muy a menudo. A pesar de disfrutar del aire libre y la campiña, la monarca huye del sol, del que se ha mantenido alejada durante décadas, con su icónico pañuelo anudado al cuello con el que se tapa la cabeza. Además, su refugio de descanso es Balmoral, en Escocia.

Como a muchos mayores de su generación, que vivieron el racionamiento durante la segunda guerra mundial, Isabel II es partidaria de las comillas sencillas. Kozlowski asegura que su ritual preferido es la hora del té de la tarde con una variedad de té negro que se produce en las faldas del Himalaya y que tiene un cuerpo suave en el paladar y un aroma discreto y muy delicado. Entre sus conocidos beneficios está que ayuda a la circulación sanguínea, aporta minerales como el potasio, el magnesio y el calcio, contiene vitaminas B1 y B2, es antibacteriano y tiene propiedades quemagrasas. Este té lo acompaña con sándwiches y bollos.

«También le gusta degustar una porción de pastel», añade el especialista, que le perdona el capricho con esta frase: «Como suelen aconsejar los dietistas, debe darse permiso para comer golosinas ocasionales».

Bebidas alcohólicas

En cuanto a su dieta de alcohol, la soberana también tiene una rutina diaria. Se toma un cóctel de ginebra por la mañana, un vaso de vino a la hora de comer, y otro de champán y un martini seco por la noche. Kozlowski quita hierro al asunto asegurando que este régimen diario de bebidas no interfiere en absoluto en su labor como soberana.

El autor, que también escribió un libro sobre la dieta de la novelista Jane Austen (Jane Austen Diet: Austen’s Secrets to Food, Health, and Incandescent Happiness), narra un episodio subido de tono a cuenta de la magnífica epidermis de la soberana. Cuando un aristócrata conoció a la reina por primera vez, le comentó a su esposo, el príncipe Felipe: «Nunca me ha había fijado en la hermosa piel que tiene», y el duque, con su conocido don para soltar las cosas tal cual le vienen a la cabeza le replicó: «Ella es así en todas partes».

A diferencia de las generaciones más jóvenes de la familia real, Isabel II prefiere no gastar mucho en potingues. Según Kozlowski, las rutinas de belleza de Isabel II no incluyen mucho maquillaje. Y para el rostro confía en una marca aún más histórica que ella, nacida en 1896: la marca Cyclax, que además de precios más que razonables incluye su facial hidratante favorita, Milk of Roses (en Amazon, por unos 10 euros).