Entre vivas y aplausos de las decenas de personas concentradas en las inmediaciones de la iglesia y con una sonrisa radiante que no podía ocultar la emoción, Sergio Ramos y Pilar Rubio llegaron ayer a la Catedral de Sevilla para darse el sí, quiero después de varios años de convivencia y tres hijos en común. Una ceremonia plagada de guiños a ambos contrayentes, desde los invitados, la decoración alusiva a los unicornios o el traje de ella, un vestido de fiesta blanco del diseñador libanés Zuhair Murad, con escote nube y un velo de inspiración gipsy, acompañado por un ramo de flores negras de tela. Como peinado, trenzas de distintos tamaños, luciendo una más ancha bajo el velo y dos pequeñas hacia delante.

La novia llegó en un impresionante Cadillac Linconl, mientras que el futbolista lo hizo acompañado de su madre. A la entrada esperaban los hijos de la pareja, Sergio, Marco y Alejandro, de cinco, tres y un año, respectivamente, que sorprendieron a todos los asistentes gracias a su espontaneidad y a su original estilismo, vestidos con un traje idéntico al de su padre. Una puesta en escena poco convencional, como había augurado.

Desde primera hora de la tarde en los alrededores de la Catedral se empezó a reunir una multitud de curiosos armados con sus móviles para inmortalizar, siquiera de lejos, a la retahíla de famosos y deportistas que se había ido desvelando a lo largo de la semana. A bastante distancia, porque la empresa organizadora de la boda y el Ayuntamiento de Sevilla habían acotado con vallas un amplio perímetro alrededor para mayor comodidad de los invitados. No fue el único detalle que dejó ver que no era una boda cualquiera: la Catedral, uno de los monumentos más visitados de la ciudad, cerró al público antes de tiempo y se pidió al personal que no acudieran ese día. Además, una barra con camareros a la entrada permitía a los primeros invitados calmar el intenso calor que a las 16 horas caía a plomo y complicaba mantener el boato. En ese espacio departieron antes de la ceremonia gran parte de la plantilla del Real Madrid, con su presidente Florentino Pérez, Emilio Butragueño o Fernando Hierro a la cabeza, junto a Lucas Vázquez, Luka Modric, Keylor Navas o Álvaro Morata, compañero de la selección nacional y que llegó acompañado de su mujer, Alice Campello.

De la Roja también se dejaron ver los jugadores del Barça Sergio Busquets y Jordi Alba. Pero sin duda, el más aclamado por los sevillanos fue el exjugador blanco David Beckham, acompañado de su mujer, Victoria, una de las más elegantes. Los jugadores andaluces fueron otros de los que levantaron pasiones, como Jesús Navas o el bético Joaquín. Pese a los gritos del público coreando «CR7, ¿dónde está?», ni acudió ni se esperaba a Cristiano Ronaldo.

La farándula también tuvo su hueco en la ceremonia, en la que Niña Pastori, junto a su pareja el guitarrista Chaboli, interpretó algunas de las piezas musicales, como el Ave María, y protagonizó algunos de los momentos más emotivos de la tarde.

Allí estaba el equipo de El hormiguero al completo, con Pablo Motos, presentador del espacio donde colabora la novia, Marron o el mago Sandro, al que el público, para amenizar la espera, pedía un truco de magia.

En el breve paseíllo a la Catedral hubo artistas flamencos como De Marco o El Canelita, y toreros como Manuel Díaz El Cordobés, el más simpático y que simuló varios pases para animar al público. La nómina de invitados que se dejaron ver en la iglesia, en cuyo acceso tenían ya que mostrar el tatuaje con el unicornio símbolo de la ceremonia, incluyó además a la periodista Nuria Roca junto a su marido o a Naty Abascal, la única que se saltó el código de vestuario y se atrevió con un fucsia intenso.

Azules, negros, amarillos y dorados, sobre todo con muchos brillos, se impusieron en el estilismo de las invitadas para esta boda galáctica.

Después de la ceremonia religiosa, la fiesta continuó en la finca de Ramos, en la localidad de Bollullos de la Mitación, donde se montó incluso un parque de atracciones para disfrute de los invitados.