Expresiones como «¡Por los clavos de Cristo!» serían apropiadas para definir la gala que el Museo Metropolitano (MET) de Nueva York celebró el lunes por la noche. Cuerpos celestiales: moda e imaginación católica era el tema elegido esta vez por la sacerdotisa Anna Wintour -devota de Chanel- para la nueva exposición, y decenas de celebridades acudieron a su llamada tiñendo la alfombra roja de glamur eclesial. Por las mismas escaleras que peregrinan a diario miles de amantes del arte desfilaron invitados de lujo con sus interpretaciones estilísticas de lo sacro. Rihanna, una de las anfitrionas, ejerció de papisa, con mitra y todo. Su escueto vestido, con capa y opulentos cristales y perlas era obra de John Galliano para Maison Margiela. La otra anfitriona de la gala fue Amal Clooney, con un diseño de Richard Quinn. Como un ángel alado apareció la cantante Katy Perry, con un traje de Versace, la firma favorita de la noche y cuya directora creativa, Donatella, amadrinaba al evento. La hermana de Gianni fue quien intercedió para que el Vaticano prestara alguna de las piezas que se exhiben en el museo.

Sarah Jessica Parker apareció enfundada en un Dolce & Gabbana de brocados dorados. La primeriza Ariana Grande lució un vestido de Vera Wang como el estampado del techo de la Capilla Sixtina. Otras invitadas recurrieron al pan de oro, como una ceñidísima Kim Kasdashiam, también de Versace, como el conjunto Juana de Arco de Zendaya o el traje de inspiración bizantina que lució la actriz Blake Lively. Jennifer Lopez apareció junto a su pareja, Álex Rodríguez, con un vestido de hombros marcados y cruz en el pecho, de Balmain. Y para madonnas, la genuina Madonna, que llegó del brazo de Jean Paul Gaultier. Llegó con un ramo de rosas negras en la mano y un voluminoso vestido que le dibujaba una cruz transparente a lo largo del torso, con el rostro tras un velo de rejilla y una tiara repleta de crucifijos. A Jared Leto le vastó con una corona dorada para parecer Jesucristo.