Domenico Dolce y Stefano Gabbana han estado paseando todo su poderío al otro lado del charco. En el Rockefeller Center de Nueva York ofrecieron su show Alta moda, donde no faltó su modelo fetiche David Gandy y que reunió a celebridades como Catherine Zeta-Jones, Isabella Rossellini, Chantal Miller y su esposo Pablo de Grecia. Saltaron a Miami , con otra fiesta con música latina y modelos millenial. La promoción siguió después a la Ciudad de México, con un desfile en el Museu Soumaya que contó con Sophia Loren. Acciones de una de las firmas de lujo más identificables del mundo. Y que acabará cuando ellos no estén.

Y es que el dúo creativo lo ha dejado claro en una entrevista reciente con el diario italiano Il Corriere della Sera. No habrá más Dolce & Gabbana cuando ellos no estén. «Una vez estemos muertos, estaremos muertos», indicó el milanés Stefano Gabbana, el más alto de los dos. Y fue muy gráfico: «No quiero que un diseñador japonés empiece a diseñar Dolce & Gabbana», zanjó. El siciliano Doménico Dolce asentía. La última vez que salgan a saludar al final de un desfile, -«y esperamos que sea todavía dentro de varias décadas», dijeron-, será la última vez que la marca esté ahí». No habrá D&G sin Dolce y Gabbana.

Ambos han querido acallar así especulaciones sobre el futuro de la compañía que fundaron en Milán en el 1985, con una primera colección llamada Donna Donna. «Hemos rechazado todas las ofertas de compra que nos han hecho. Uno puede tener mucho dinero, pero si no eres libre. ¿de qué sirve?, ¿qué haces con ello? No te vayas al cementerio en un ataúd lleno de dinero. Ve sin problemas», apuntó Dolce.

Y es que la concentración de las firmas del lujo en gigantes como los grupos LVMH, Richemont o Kering deja poco margen de maniobra. Los diseñadores italianos quizá estaban pensado en Lanvin, adquirida en febrero por un conglomerado chino tras dar tumbos con sus últimas colecciones a manos de una empresaria taiwanesa y un inversor belga, con pérdidas y sin hacer frente a las nóminas. O, como apuntaba recientemente The Fashion Law, no quieran seguir el camino de sus compatriotas Fiorucci y Bally, en mano también de compañías asiáticas.

IDAS Y VUELTAS / Domenico Dolce y Stefano Gabbana tiene presente qué ha sido de Alexander McQueen tras él. O qué ha sido de Christian Lacroix o las idas y vueltas de Jil Sander, del limbo de Gianfranco Ferré. Y es que pocas marcas han sobrevivido a la pérdida de sus creadores originales con las cuentas oxigenadas: YSL, Chanel, Dior y Gucci serían la excepción.

Por eso la pareja de modistos ha creado un fideicomiso que ninguno de ellos puede tocar por cuenta propia y proteger así un imperio que facturó el año pasado 1.300 millones de euros y que se mantiene como uno de los 10 grupos fuertes de la moda italiana. «Hemos creado una confianza que nadie puede tocar», señaló Gabbana en Il Corriere della Sera. Al margen de las cifras, están satisfechos de haber creado un estilo propio más allá de las tendencias.

En la entrevista que los modistos han concedido al diario italiano, además, puntualizan que empezaron a trabajar juntos y luego se enamoraron y no al revés. Y que aunque el amor se acabó hace tiempo, siguen siendo los mejores amigos. Y para demostrarlo, Stafano Gabbana puso otro ejemplo muy gráfico. «Tengo una casa junto al mar y la habitación más grande es suya. Él tiene una casa en Nueva York y la mejor habitación es la mía».