Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 1983) empezó su carrera artística a los 10 años en El palomo cojo (1995) de Jaime de Armiñán. Alcanzó la popularidad en el 2002 con UPA Dance (Un paso adelante), una serie que se convirtió en un fenómeno juvenil. Encadenó proyectos. Protagonizó también Presunto culpable. Ganó Masterchef celebrity. Hace unos días, hacía un alto en el rodaje de un nuevo anuncio para las ensaladas Florette. Atendió a este diario para repasar 26 años de interpretación.

—¿Vive un momento dulce?

—El 2019 ha sido un año lleno de éxitos, no me puedo quejar. En diciembre estrené la obra Firmado Lejárraga, en el Teatro Valle Inclán, dirigida por Ángel Lamata, colgando el cartel de lleno todos los días. En junio pasado recibí el premio de Mejor Serie Extranjera en la 25º edición del Festival Internacional de Shanghái por Presunto culpable, el thriller que rodé en el País Vasco y del que estoy tan orgulloso. Además participé en El crack cero, la película de José Luis Garci.

—Veinte películas, cinco cortos y varias obras de teatro. ¿Dónde se siente más cómodo?

—Cada medio es distinto. No se trabaja igual en el teatro que en la tele. Quizá lo más apasionante es la energía que te da el teatro, ese chute al estar delante del público sabiendo que una vez empiezas no puede parar. Aún así vives momentos mágicos también en un rodaje.

—¿Qué grado tiene de autocrítica?

—Soy una persona tremendamente exigente y me preocupo mucho por el resultado en lo que depende de mí. La suerte es que disfruto mucho de lo que hago. Siempre intento tener una actitud positiva en el trabajo y aplicar la filosofía del yoga también al resto mi vida. Porque, además de hacerme sentir bien, me aporta fuerza y paz interior en el día a día.

—Hábleme de su filosofía de vida.

—Hace años que practico yoga, me da autocontrol. También hago terapia semanal, incluso cuando estoy fuera la hago vía Skype. La familia, los amigos y mi tata también me ayudan a encontrar la calma.

—¿El deporte también es clave?

—Sí, lo practico desde pequeño. Intento focalizar toda la energía corriendo. He participado un par de veces en la maratón de Nueva York. También en la de Boston y Chicago. Mis próximos objetivos ahora son Berlín, Londres y Tokio. Además juego a fútbol, monto a caballo y este año me saqué el título de paracaidismo para saltar solo. Me gusta. Pones toda la atención en algo diferente y no piensas en nada.

—A lo largo de su trayectoria, 26 años como actor y cantante, ¿qué ha aprendido?

—Mi aprendizaje tiene que ver con la aceptación. Aceptar lo que la vida te pone por delante y no frustrarte por lo que no puedes hacer o no llega nunca. Aceptar significa todo lo que implica la vida: aceptar el éxito, pero saber también que si las cosas no salen como quieres, no pasa nada. Hay que disfrutar todos los momentos, incluso los no tan buenos.

—¿Cuál es su visión sobre su profesión?

—Es como un diente de sierra emocional, donde un día estás contento y el día siguiente te dan una mala noticia.

—¿Tiene los pies en la tierra?

—Intento ser honesto. Lo que se mueve alrededor de esta profesión te puede engañar el ego y hacerte creer que eres quien no eres. Hay que poner todos los sentidos en lo que haces y apoyarte a veces en la familia y los amigos de toda la vida. Prefiero irme a cenar con ellos que verme en la pantalla.

—Tras ganar ‘Masterchef celebrity’, ¿no le queda el gusanillo de estar entre fogones?

—Me ha quedado el conocimiento adquirido. Antes no sabía qué era un sofrito y ahora puedo hacer un arroz, carne, pescado...

—¿Qué proyectos tiene?

—Tras un año intenso, ahora toca vacaciones. Pero serán cortas, porque tengo entre manos una propuesta que no puedo adelantar. Mientras tanto, escribiré un guion.