Se cumple el primer mandamiento de los shows televisivos: cuanto más cafre es un programa, más audiencia concita. Acaba de ocurrir en Masterchef (TVE-1). Este lunes cosecharon la cuota de pantalla más alta de esta edición (21,8%). Casi tres millones de espectadores. Una cifra magnífica. Y la artífice de este éxito ha sido la concursante cordobesa Saray. Abocada a la expulsión, reconcomida, airada, cabreadísima, para salvarse tenía que cocinar una perdíz -quizá era codorniz- y decidió lanzar el pájaro sobre el plato, tal cual venía, sin cocinar ni nada, crudo, con sus plumas, su pico, sus patas y sus uñas.

¡Ah! El resto de sus compañeros concursantes estaban horrorizados. "¡Se le ha ido la olla!" murmuraban compungidos. Y los chefs del programa, los jueces, abochornados, la expulsaron enseguida. Hombre, ha sido una expulsión merecida. No existe constancia en la historia de la humanidad de que haya existido nunca ningún pueblo, ni tribu, por muy rupestre o salvaje que haya sido, que se coma los pájaros sin desplumar y con las uñas.

¡Ah! Saray es una criatura singular. Es gitana y transexual, lo cual tiene mérito y demuestra valentía. Estas semanas que ha estado en el concurso se la ha visto muy suelta, parlanchina y bromista. A la juez Samantha Vallejo-Nágera la llamaba Samantis religiosa. De Pepe Rodríguez decía que parece un pingüino. Las cámaras continuamente la enfocaban. Sus golpes de genio, sus chistes, sus desplantes y posturas, eran todo un espectáculo. Por eso discrepo de los jueces cuando le dijeron: "Nos hemos equivocado cuando te seleccionamos. Ha sido un gran error". No señores. Los directivos del programa sabían muy bien lo que hacían. Vieron en Saray el ingrediente ideal para el show. Desde un punto de vista gastronómico la expulsión es merecida. El cadáver del pájaro con plumas no es plato de un menú. Es ciscarse en el concurso. Pero como espectáculo y despiporre Saray cumplía. Quizá dentro de poco la veremos en Tele 5.

Por cierto, para el próximo Masterchef Celebrity, TVE-1 acaba de contratar a Celia Villalobos. Es un fichaje magnífico. Con esta política, que llegó a ministra de Aznar, y luego vicepresidenta del Congreso, el show también está garantizado. ¡Ah! La tele pública ha decidido instituirse también en puerta giratoria para políticos en espera de algún papelito en el gran teatro del mundo.