Machirulo, ignorante, hortera, cerdo, asqueroso, basura, gran mierda… La colección de epítetos peyorativos que está cosechando en los últimos días Maluma en las redes sociales lleva camino de completar el campo semántico del escarnio. Los emiten usuarias de Twitter e Instagram -y también usuarios- junto a la foto de sus dedos corazón en posición de peineta. Responden así a la campaña #MejorSolaQueConMaluma, que pretende llamar la atención sobre la última chulería misógina del cantante colombiano: la foto promocional de su canción de este verano, Mala mía, en la que un grupo de mujeres en tanga y sujetador compone un bodegón de carne desparramado sobre el cantante; y el vídeo consiguiente: un aquelarre de jóvenes bailarinas entregadas con fruición a la adoración de su mesías.

Nada nuevo en la carrera de un músico acostumbrado a generar más comentarios por el machismo de sus letras y vídeos que por sus cualidades artísticas. En esta ocasión, la novedad la aporta lo fuerte que ha arraigado la protesta, puesta en marcha a mediados de agosto por la tuitera española @calcetesbrutes y viralizada con el paso de los días hasta convertirse en noticia más allá de las redes.

El rechazo al cantante ha ganado fuerza a pocos días de la gira que ofrecerá en España en la primera quincena de septiembre, que empieza este martes en Palencia y cerrará el sábado 15 en el Palau Sant Jordi de Barcelona. O puede que no: con más de 25.000 firmas cosechadas, sigue vigente la petición que lanzó una profesora de Primaria en la plataforma Change.org para impedir la actuación del músico de reguetón en las fiestas de la capital palentina por «sus letras machistas, misóginas y degradantes hacia todos y hacia las mujeres en particular», según señala la denuncia.

Alguien que ha alcanzado el estrellato gracias a la combustión que generan las redes -con 35 millones de seguidores, es el artista latino con mayor predicamento en Instagram- debería saber que los hashtag los carga el diablo, pero este último incendio 2.0 no parece inquietarle. En las últimas semanas se le ha visto solazándose en la playa junto a su novia, la modelo canadiense de ascendencia cubana y croata Natalia Barulich, y organizándole a su madre en su yate una fiesta por todo lo alto para celebrar su 50º cumpleaños.

Preguntado por la avalancha de reproches que recibe, en la reciente entrega de los premios MTV respondió: «A los que me critican les digo: dejen de hacerlo, vivan su vida y déjenme vivir la mía». ¿Qué esperar de alguien que hace dos años se comparó con Jesucristo para defenderse de las críticas por la letra de su canción Cuatro babys, cuyo estribillo reza: «Todas maman bien, todas me lo hacen bien, todas quieren chingarme encima de billetes de cien»?

Lejos de preocuparle, Maluma parece haber descubierto en el machismo la receta mágica de su éxito, y en las polémicas, el estimulante que mantiene viva su carrera. Si hace un año le llovían los improperios por la oda a la felación que encierra la letra de su tema Vitamina, el cantante se frotaba las manos porque el vídeo de la canción acumulaba millones de visitas en cuestión de horas. Si el verano pasado el Cabildo de Tenerife retiraba las ayudas públicas al concierto que ofreció en la capital canaria, este año presumía de que Coca-Cola le había pedido una canción para representar a la marca en el Mundial de fútbol de Rusia.

Maluma comenzó su camino de la fama en 2011 en Colombia y hacia 2015 su música llegó a España con Borró cassette. Ajeno a las cuitas del nuevo feminismo, Juan Luis Londoño Arias, nombre real del artista nacido hace 24 años en Medellín, parece vivir preocupado solo por consolidarse en la aristocracia medática mundial. En el último año ha desfilado para Dolce & Gabbana, ha ayudado a Neymar a soplar las velas en su cumpleaños, ha estrechado su amistad con Shakira y Piqué y se ha hecho selfis con Messi y Luis Suárez a la salida de su concierto en el Sant Jordi. Como para alarmarse por que Ana Guerra y Selena Gómez hayan declarado que jamás subirían con él a un escenario. La respuesta la da en Mala mía su último hit, donde canta: «La gente sigue criticando. A eso le llaman pura envidia. En el fondo me quieren y por eso me imitan».