Rancio. El estilo de la familia real británica resulta siempre algo demodé, para qué negarlo. Así fue hasta que llegó Diana y se tomó ciertas libertades. La joven de 19 años, inexperta y tímida al comienzo de su noviazgo con el príncipe Carlos, se fue transformando en una mujer más segura y con estilo propio. A media que el matrimonio se hundía, encontró su identidad indumentaria, liberándose del severo código de “la firma”, hasta convertirse en un icono de la moda.

Este verano se cumplen 20 años de que la que llamaron Princesa del Pueblo falleció en un estúpido accidente en París. Vacíos quedaron sus apartamentos en el palacio de Kensington, en cuya verja miles de británicos depositaron ramos de flores y lloraron su muerte. El mismo palacio donde el viernes se inaugura una exposición sobre la evolución estilística de la princesa.

VEINTICINCO AÑOS DE VESTIDOS

'Diana: Su vida a través de la moda' resume en 25 prendas, la transformación de la que fue una de las mujeres más populares del mundo. “La joven Lady Diana Spencer no estaba habituada al mundo de los diseñadores. Tuvo que aprender muy rápido las normas a la hora de vestir según el protocolo en cada ocasión”, explica Eleri Lynn, comisaria de la exposición. “Fue a raíz de su compromiso real, cuando empezó a frecuentar los diseñadores que le gustaban y a confeccionar su guardarropa”.

Diana siempre potenció su feminidad, con prendas más románticas al principio, hasta adoptar un estilo más seductor y moderno en la incipiente madurez. A su debut público pertenece la discreta blusa de color rosa pálido de Emanuel, que eligió para el retrato oficial de su compromiso matrimonial con Carlos en 1981. La prenda se agotó inmediatamente, un fenómeno que sería una constante a partir de entonces.

EN LA MEMORIA COLECTIVA

Algunos de los vestidos expuestos están en la memoria de todos, como el de terciopelo azul noche, largo y con la espalda descubierta, creado por Victor Edelstein. Diana llevó el llamado vestido 'Travolta' a una cena en la Casa Blanca ofrecida por Ronald Reagan, en la que se marcó un baile con el célebre protagonista de 'Fiebre del Sábado noche'. Hace tres años se vendió en una subasta por 300.000 euros.

Uno de los trajes más dramáticos y no precisamente más acertados, lo realizó Murray Arbeid, para el viaje oficial de la princesa a España en 1987. Con el cuerpo de terciopelo y la falda de abultados frunces en seda roja, quería evocar ciertos aires flamencos.

Otra prenda fácilmente reconocible es el vestido 'Elvis' de seda blanca, cubierto por completo de perlas minúsculas del mismo color, que recordaba las vestimentas de Presley en las Vegas. Lo confeccionó Catherine Walter y Diana lo lució en Hong Kong en 1989. Walker fue su estilista de cabecera, la que supo crear para ella un “uniforme real”, ideal en actos sociales y trabajos caritativos. Trajes de chaqueta, simples, funcionales y elegantes al mismo tiempo.

Con la separación y el divorcio, la audacia de Diana en el vestir aumentó. Adoptó una línea cada vez más sexy. Faldas cortas, escotes amplios, brazos al aire. Como afirma Libby Thompson, otra de las comisarias, “cada uno de esos vestidos es una especie de mini biografía” de la princesa.