Mirada desafiante de leona y páginas por delante. Isabel Pantoja acude al cuché de ¡Hola!, que en términos de revistas del corazón es caza mayor, para engrasar la máquina de nuevo ante su inminente participación en Supervivientes. La tonadillera hasta posa en una finca con reses, que no en Cantora, con cinturón y blusa felinos. «Esto es solo un paréntesis en mi vida, ya que yo voy a seguir en lo mío, que es cantar. Comienzo gira en septiembre», asegura el nuevo trofeo de Mediaset. No aclara si, acuciada por las deudas como se asegura, se va a hacer caja a una isla de Honduras.

La tonadillera ha dejado sus meses de reclusión para preparar su regreso televisivo, esta vez sin bata de cola. «Ha sido muy gratificante para mí porque siempre me ha encantado el reality. Me ha hecho mucha ilusión y lo he aceptado». Como aceptaron antes sus hijos, Kiko Rivera e Isa Pantoja. En la entrevista no hay una sola referencia a lo que cobrará por las semanas que permanezca en la isla, ni por las acuciantes razones económicas tras haber pasado un tiempo en la cárcel por blanqueo de capitales y por un regreso a los escenarios que ha sido de todo menos apoteósico.

«Yo me he buscado la vida siempre, desde los 13 años. Ya soy una superviviente de la vida», asegura. Dice que serán como una vacaciones, pero con gente distinta. Y confiesa que le da miedo volar en avión -no tirarse desde el helicóptero- y que echará mucho de menos las gafas de sol que casi siempre le acompañan cuando está en exteriores, un accesorio que está prohibido para los concursantes. También asegura que dejará de fumar. Quien le espera será su conductor después de su mes de reposo tras sufrir un ictus, Jorge Javier Vázquez. Y en la isla, su antaño amiga Chelo García Cortés.