El sorpresivo y prolongado silencio de las víctimas de los abusos de Harvey Weinstein empieza a desvelarse. Una exayudante del productor en la oficina de Miramax en Londres ha revelado al Financial Times que cobró 125.000 libras (unos 140.000 euros) por su silencio después de haber sido también víctima del estadounidense. Se trata de Zelda Perkins, que ha explicado que en el 1998, tras ser acosada por el magnate, firmó un acuerdo de confidencialidad para evitar que divulgara el caso.

La que fuera ayudante de producción ha contado que en esa época Weinstein le solía pedir que le diera masajes en ropa interior, tener encuentros en habitaciones de hotel y despertarle por las mañanas, ocasiones en las que aprovechaba para intentar arrastrarla a la cama. Un comportamiento que mantuvo con al menos dos mujeres del personal de Miramax, y que provocó que Perkins se decidiera a denunciarlo a pesar de "sentir vergüenza" por ello.

Confidencialidad rota

Las dos mujeres denunciaron sus desagradables experiencias y se les indemnizó con un montante de 250.000 libras (unos 280.000 euros), a repartir a partes iguales, además de hacerles firmar el citado acuerdo de confidencialidad, en el que se prohibía hablar de las acusaciones. "Quiero romper públicamente mi acuerdo de confidencialidad", anuncia Perkins, con el argumento que, "a menos que alguien lo haga, no habrá un debate sobre lo indignante que son estos acuerdos y la cantidad de sufrimiento por la que atraviesan las víctimas".

El testimonio de Perkins es el primero que denuncia públicamente la existencia de acuerdos de confidencialidad en torno a los abusos de Weinstein, que parecen explicar cómo se las ingenió el otrora pez gordo de Hollywood para evitar el escándalo. Ahora, la exasistente del productor podría tener que devolver la citada cifra y sufragar los costes legales estipulados en el contrato si la otra parte se ciñe a su contenido.