El estilo de vida occidental se basa en la planificación de metas y la estructuración del tiempo. Un camino marcado, con pocas dosis de improvisación que no sabe cómo encajar los obstáculos o las amenazas de seguridad a lo establecido. Por eso, cuando las cosas se tuercen, la persona comienza a sufrir síntomas de malestar, como tristeza, frustración o ira. Emociones que pueden ser razonables pero que no son canalizadas para encontrar una solución, cuando la hay, o dejarse llevar cuando no se puede alterar la realidad.

Otras culturas, sin embargo, han crecido en este plano y tienen prácticas que equilibran y dan armonía en los momentos más difíciles, como el vairagya. Para poder aprender de ello, podemos empezar a seguir varias pautas que nos permitan fluir con la vida y sobrellevar mejor la adversidad.

VAIRAGYA

El yoga contiene una práctica conocida como vairagya, un término que se refiere al estilo particular de liberación donde se suelta cualquier atadura. Elimina el apego y permite centrase en la esencia personal.

Consiste en aprender a enfocarse en el momento presente y poder disfrutarlo. Suelta lo que ocurrió en el pasado y no mira con preocupación hacia el futuro. Exige concentración, la cual se alcanza mediante ejercicios concretos y la práctica de la meditación.

Su práctica conlleva ser más flexibles, no quedarnos anclados en los obstáculos ni vivir con pensamientos circulares. Deja un vacío mental que se llena de vitalidad y bienestar, lo que repercute en una mejor autoestima. Se libera el miedo y las preocupaciones, tanto las que ya hay en la vida de la persona como las que a veces se anticipan o son irreales.

DÉJATE LLEVAR

Cuando no fluimos, podemos observar en nosotros síntomas tales como angustia, alteraciones del sueño o de la alimentación, tristeza, cambios de humor o frustración. Estos síntomas aumentan o disminuyen según los acontecimientos externos. No tomamos control sobre nuestra vida ni sobre nosotros mismos.

En muchas ocasiones, preocuparnos por los problemas es necesario, pero únicamente cuando hay algo que podemos hacer para solucionarnos. El resto de ocasiones no merecen nuestra atención y es donde debemos empezar a fluir.

A través de las siguientes pautas podemos empezar a dejarnos llevar:

1. Agendas pequeñas

Planifica y agenda solo lo imprescindible y urgente. Para todo lo demás, empieza a fluir más. Deja espacio para la improvisación, para la vida social o, simplemente, para no hacer nada. Estos huecos reducirán la sensación de estrés y podrán ser llenados con cosas que te hagan disfrutar.

2. Sin expectativas

Nuestra frustración aparece cuando nos hemos fijado una idea o un resultado y este no es alcanzado. Aparece la tristeza y el enfado. Sin embargo, si dejamos de esperar y anticipar y si no hay expectativas, habrá espacio para las buenas sorpresas.

3. Límites de seguridad

No te preocupes por el futuro. Solo construye día a día límites de seguridad por si las cosas fueran mal, como ahorrar una cantidad de dinero. El resto no es importante. Siempre podremos construir lo que se derribe.

4. Objetividad emocional

Coloca las emociones correctas y con su justa intensidad. Todo lo que se salga por exceso o lo que aparezca cuando no deba, te hará sentir mal.

5. Focaliza en las pequeñas cosas

Céntrate cada día en buscar el bienestar. Solo ese día. Y cuando te levantes al día siguiente, busca lo mismo. Céntrate en las pequeñas cosas de hoy y en cómo puedes construir tu felicidad en ese momento.

¿Qué ocurre cuando las cosas salen mal? Que aparecen emociones negativas intensas que no podemos controlar. Es ahí donde, una vez desbordados por los sentimientos, queremos poner fin. Sin embargo, la estrategia correcta sería la contraria. Soltar lo que ha ocurrido, no luchar contra lo que no podemos cambiar y dejarnos llevar. Son claves para alcanzar el bienestar psicológico.