Han pasado cuatro años desde su último trabajo de estudio, Sirope, y Alejandro Sanz (Madrid, 1968) regresa con #ElDisco dispuesto a reivindicar su trono como rey del pop español. En esta ocasión ofrece un abanico de estilos que van desde la balada desgarradora hasta los ritmos urbanos de última generación. El artista presentará en Sevilla, en el estadio Benito Villamarín, sus nuevos temas, en un concierto para el que ya no quedan prácticamente entradas.

-El título de #ElDisco parece un tanto totémico...

-Parece un poco pretencioso, pero nada más lejos de la realidad. Quería llamarlo así porque simboliza el objeto. Toda la vida se le ha llamado «el disco», y ahora quizá ese término desaparezca y se convierta en un fósil.

-¿Será el último disco que publicará en formato físico?

-No es que vaya a dejar de publicar, pero creo que el formato cedé está en vías de extinción. Le veo más futuro al vinilo como objeto fetiche, pero lo demás acabará desapareciendo.

-¿Siente nostalgia de los viejos tiempos de la industria del disco?

-Creo que ser nostálgico es una pérdida de tiempo. Y también una pérdida de oportunidades. A la gente de mi generación le ha tocado vivir a caballo entre la era analógica y la digital. Esa transición ha podido ser más complicada para los que no hemos nacido con esa tecnología y esa forma de entender la comunicación cultural. Pero se ha hecho, y ya está. La parte buena es que se consume más música que nunca. No de la forma que quizá me gustaría, pero todas las épocas tienen sus pros y sus contras. También ha pasado con el cine, la forma de consumo ha cambiado, ya no hay colas como cuando se estrenaba ET, ahora se necesita más contenido y eso abre un mundo de oportunidad para los creadores.

-¿Sobre qué temas quería hablar en este nuevo trabajo?

-A veces la temática surge casi por generación espontánea. Esta vez trato mucho el tema del tiempo, la importancia de relativizar todo lo demás, porque lo único que tenemos de verdad es el tiempo.

-Ha contado con otros artistas para colaborar en sus piezas.

-Cada uno aporta algo distinto. Residente es una de las plumas más interesantes del mundo urbano y me encantan las letras rapeadas que escribe. Camila Cabello tiene un talento arrollador y las cosas muy claras. Y con Nicky Jam quería homenajear a Celia Cruz en Back in the city. Aunque el mayor descubrimiento ha sido Judit Neddermann. Me encantó hacer una versión con ella en castellano y catalán. Las dos letras casan tan bien en los dos idiomas que me parece un abrazo precioso dentro del disco.

-¿Las redes son una herramienta o un arma de doble filo?

-A veces nos las tomamos demasiado en serio. Hay que usarlas sin complejos, teniendo en cuenta que la gente tiene la fea costumbre de que le respeten. Son una herramienta fantástica para acercarte a la gente, es una fuente de comunicación bidireccional. Pero si Gandhi se hubiera abierto una cuenta, también se meterían con él, porque en las redes se vuelca lo bueno y lo malo.

-¿Qué espera de las elecciones?

-Que los candidatos hablen más de lo que van a hacer, y no de lo mal que lo hacen los demás.

-¿Qué le parece que hayan tachado a algunas de sus letras del pasado de contener mensajes sexistas?

-Creo que nos hemos vuelto un poco locos. Hay mucho trabajo que hacer en materia de igualdad y, por supuesto, aquí tienen un socio, un aliado y un cómplice. Obviamente, si nos pusiéramos a revisar todo lo que se dice en una canción, nos quedaríamos con muy pocas. Y deberíamos empezar a quemar libros como El Quijote. No hay que perderse en los detalles y sí hacer el esfuerzo de intentar, a partir de ahora, que las letras no ofendan a nadie, pero no creo que el problema de la igualdad esté en mis canciones, sinceramente.