A sus 32 años, Carlota Casiraghi ha vuelto a dejar claro que no es una princesa de cuento. La hija de la princesa Carolina de Mónaco ha roto su compromiso y no se casará con Dimitri Rassam, de 37 años y el padre de su segundo hijo, Balthazar, nacido el pasado 23 de octubre en el hospital Princesa Grace de Mónaco. Ya no posarán juntos con el resto de la familia en el balcón de palacio el día nacional de Mónaco para deleite de fotógrafos, monegascos y seguidores de esta familia.

Carlota y el productor de cine e hijo de Carole Bouquet habían fijado una fecha para la boda, pero al final han decidido tomar caminos separados, según recogen varios medios, entre ellos la revista Hola!. La causa estaría en dos formas diferentes de ver la vida y en el carácter independiente de Carlota, según su círculo de amigos. Fue en el Baile de la Rosa, en marzo del año pasado, cuando se produjo su presentación oficial, con anillo de compromiso incluido. Para entonces, la princesa ya estaba embarazada, pero pocos lo sabían porque ella ocultaba su figura bajo una estola de plumas.

En la recta final del embarazo se vio a Carlota en compañía de su madre en un certamen hípico y después llamaron la atención las imágenes recogidas por la revista Voici de una discusión de la pareja mientras paseaban con su bebé por un parque público. Dimitri Rassam, por su parte, es padre también de Daria, una niña de 8 años que tuvo con la modelo rusa Masha Novoselova, con la que estuvo entre 2010 y el 2016.

Se da la circunstancia de que esta es la segunda vez que la sobrina de Alberto de Mónaco rompe un compromiso de boda. Hace tres años, Carlota protagonizaba una historia similar con el padre de su primer hijo, el actor francés Gad Elmaleh. Comenzaron a salir a finales del 2011 y en diciembre del 2013 nació su hijo Raphaël, el primero para la princesa monegasca y segundo del humorista. Carlota fue vista sola en el principado de Mónaco con su hijo Raphael tras abandonar el piso que compartía con el actor en París.

Siempre celosa de su vida privada, las pocas veces que ha dado una entrevista ha sido para hablar de Filosofía. Licenciada por la universidad parisina de la Sorbona, presidió unas jornadas en Montecarlo sobre esa materia y dio una entrevista al canal Arte junto a su profesor, Rober Maggiori, filósofo y crítico del diario Libération, con el que el año pasado escribió un ensayo titulado Archipiélago de pasiones. «Creo que la clave de una relación amorosa duradera es que ambos compartan pasión por lo verdadero, por la vida. Puede que este tipo de pasión no sea la pasión en el sentido estricto de la palabra, pero para mí es la que permite que el amor dure», decía entonces esta admiradora de Sartre, Freud o Baudelaire.