Carlota Casiraghi, la segunda hija de Carolina de Mónaco y el empresario italiano Stefano Casiraghi, desde que nació el 3 de agosto de 1986 protagoniza infinidad de portadas de la prensa del corazón. Pero la imagen frívola que se da a través de los medios de esta princesa de 30 años, no tiene nada que ver con la realidad.

Tras cursar un grado de filosofía en la Universidad de la Sorbona(París) y promover desde hace dos años los 'Encuentros Filosóficos de Mónaco', la joven ha confesado algunos episodios de su vida en una entrevista para 'L’Observateurde Mónaco'. “La ansiedad y la angustia forman parte de la vida de todos”, ha dicho Carlota Casiraghi. Mi experiencia personal se ha hecho de acontecimientos tristes, como la temprana muerte de mi padre, pero estas cosas nos suceden a todos, no importa de dónde vengas”, ha desvelado la joven, que con 4 años perdió a su padre, Stefano Casiragh, cuando disputaba el Campeonato del Mundo de Offshore en aguas del principado de Mónaco.

PASIÓN POR LA CULTURA Y LA LITERATURA

A Carlota siempre le ha interesado el mundo del arte y la cultura. “Gracias a mi madre, he tenido la oportunidad de acceder pronto a la cultura y la literatura y esta situación me ha permitido forjar mi gusto por la crítica”, ha reconocido. El traslado junto a su familia a la localidad francesa de St. Remy de Provence y Fontainebleau tras la muerte de su padre, le hizo desarrollar una fascinación por los poetas franceses Baudelaire y Rimbaudquienes despertaron en ella la pasión por París y “el misterio de la ciudad".

Aunque en los medios comentan sus estilismos y sus amoríos, a ella con lo que se identifica de verdad es con los libros. "El papel es mi mundo. Escribir es mi medio. Es un espacio de libertad que me reafirma y me hace resistir”. También reconoce que se sintió adolescente prematuramente y que la tendencia a la soledad le inclinó hacia la introspección y el análisis. Devoró a Sartre, Nietzsche y Freud y en la escuela secundaria estudió filosofía con Robert Maggiori, crítico literario de 'Libération, quien ha llegado a afirmar que ha sido la mejor alumna que ha tenido en sus 40 años de carrera. Parecía que estaba abocada a la enseñanza y la investigación, pero tras su licenciatura y cuando se lanzaba a conseguir el doctorado, necesitó parar. “Soy muy perfeccionista y me sentí demasiadopresionada durante los exámenes. Necesitaba un descanso”, ha afirmado analizando lo que ocurrió en aquel momento. “En cualquier caso lo que más deseo no es acumular conocimientos sino compartirlos. Y ese ha sido el motivo por el que ha creado el premio de filosofía Robert Maggiori”.

Al final su pasión por la filosofía se ha traducido en un proyecto para Mónaco. “A veces me siento todavía en la universidad”, ha declarado. “En los dos años que llevan las Jornadas de Filosofía he conocido a los más brillantes filósofos académicos y he leído muchos libros”, explica.

Mientras su vida sigue y “combina experiencias”. Es imagen de Gucci y Montblanc, colabora con la Fundación François-Xavier Bagnoud con un programa sólido para la erradicación de la pobreza en el mundo, disfruta de su hijo Raphael, nacido de su relación con el actorGad Elmaleh y se entrega a su nuevo amor, el productor de cineDimitri Rassam, hijo de la actriz Carole Bouquet.