Ocho años después del cierre del restaurante El Bulli, el cocinero de Hospitalet anunció ayer que su veterano local de Rosas será a partir de ahora un «laboratorio expositivo». Y añadió: «El Bulli no vuelve, porque nunca se ha ido. Sigo siendo un cocinero, pero de El Bulli ya no saldrán más platos, solo saldrán ideas».

En síntesis, El Bulli se transforma en un centro de investigación culinaria con dos sedes de 5.000 metros cuadrados -una en Barcelona y la otra en Cap de Creus- y cuatro líneas de trabajo: la Bulligrafía, será una biblioteca de cocina contemporánea: El Bulli DNA será un archivo on line de recetas en vídeo; Sapiens abundará en la metodología de Adrià; y El Bulli 1846 será un «laboratorio expositivo», con comedor y cocina, pero solo para profesionales de todo tipo -no solo cocineros, también historiadores, filósofos, periodistas o expertos en moda- que investigarán las facetas del mundo culinario.