«Estoy súper feliz de formar parte de la familia del próximo Masterchef celebrity 4. Este reto me pone muchísimo». Lo proclama el diseñador de moda Juan Avellaneda en su Instagram y donde haga falta, por ejemplo en la presentación del primer coche eléctrico de Mercedes. «Y ojo, voy para ganar», advierte alguien que considera que la cocina es cultura «y que cocinar y crear ropa tampoco son conceptos tan alejados. Yo, por ejemplo, comparo un postre bien hecho con uno de los tocados alucinantes de Philip Treacy».

El diseñador, nacido en 1982 en Barcelona, donde tiene su estudio, es referente de estilo gracias sobre todo a sus americanas, de la que no piensa prescindir para el programa. «Voy a cocinar con americana debajo del delantal. De hecho, he diseñado todos los modelitos que voy a lucir». «Coser y cocinar, todo es empezar» es uno de sus hastag.

Y es que a Avellaneda la estética le puede, no hay más que verlo, un dandi como pocos. «A mí me alucina la cocina creativa, los platos sorprendentes, jugar con los colores, las formas y texturas. Así que voy a defender que nunca se debe perder de vista la estética». ¿Es un mensaje directo quizá para los Chunguitos y El Sevilla? Se verá después del verano.

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El reto es duro. Como enfrentarse a una pieza de caza, pongamos una liebre, y tener que despiezarla para hacerla a la royal, con su sangre y todo, como ocurrió hace unas semanas. «Estaba viéndolo y me costó reponerme de esas imágenes, yo que soy medio vegano. Pero si hay que hacerlo, se hará. El otro día estuve en Menuts, la parada de casquería del Mercado de la Boquería que muchos cocineros me han recomendado, y reconozco que es algo que me cuesta. Hace poco en Marruecos le pedí a un chef que me explicara un plato. Y yo eso jamás lo había hecho antes», recuerda.

Con los utensilios de cocina está menos familiarizado que con las tijeras (tampoco tiene televisión, ve los programas en el ordenador), pero le está poniendo remedio. «Lo reconozco. Lo único malo es que nunca había limpiado un pescado o fileteado carne. Cuando me propusieron ir a concursar, hablé con varias personas y me animaron, como Boris Izaguirre, que es amigo. Ona Carbonell me dijo que conservara la sangre fía y me concentrara sobre todo en el momento de la compra en el supermercado, que es fundamental. En las pruebas de exteriores se hará lo que se pueda, porque ahí se trabaja en equipo».

EL RIDÍCULO / Otras llamadas fueron también para meter las manos en harina. «Nandu Jubany me está ayudando. Él, la gente del restaurante Disfrutar y el equipo de Hofmann. No quiero hacer el ridículo. Soy una persona muy aplicada, cabezota y perfeccionista, así que estoy aprendiendo cosas básicas. Reconozco que tienen paciencia conmigo». Los tiempos, eso sí, necesita acortarlos. «El otro día tardé siete horas en lograr hacer unas croquetas, así vamos mal».

Avellaneda, al que vimos en la tele hablado de estilismos en Cámbiame e íntimo amigo de Nieves Álvarez, ve a una de sus más importantes rivales en el concurso a Tamara Falcó, que también anda enfrascada en su firma de ropa. «La conozco y sé que es una persona seria y competitiva».

Se medirá también con los actores Yolanda Ramos, Félix Gómez, Ana Milán, Àlex Adróver, Marta Torné y Elena Furiase, con los Chunguitos y el Sevilla, con el exjugador de baloncesto José Miguel Antúnez, la diseñadora Vicky Martín Berrocal, la exgimnasta, actriz y escritora Almudena Cid y Ana Obregón. De momento quien está encantado con la nueva faceta de cocinillas de Avellaneda es su pareja, el empresario Sergio Corbera. «Es mi conejillo de indias», dice.