La empatía es una capacidad que nos ayuda a entender al otro y saber qué es lo que siente o puede pensar; es saber ponernos en su lugar. Aunque nuestro cerebro nos predispone a ello a través de las neuronas espejo, no todas las personas son capaces de usarla de la misma forma. De hecho, influyen factores de inteligencia emocional, los cuales también se aprenden. Por tanto, aunque nuestro cerebro nos pueda ayudar, la educación recibida puede perjudicarnos.

Esta habilidad nos hace ser personas más cercanas y humanas, generosos y altruistas, mejorando las relaciones y ayudándonos a acercarnos más a los demás. Si logramos potenciar la empatía, por tanto, podremos lograr tener una mejor adaptación y ser capaces de desarrollarnos plenamente.

SER MÁS EMPÁTICO

La empatía se caracteriza por basarse en dos sistemas. Un primer sistema es el cognitivo, el que nos permite entender qué pueden estar pensando los demás. El otro sistema es el emocional, cuando somos capaces de ver los sentimientos del otro y sentirlo como algo nuestro. Estos dos componentes están relacionados y, en la mayoría de los casos, no existe el uno sin el otro.

Trabajar con el sistema cognitivo y el sistema emocional nos ayudará a desarrollar la capacidad de la empatía para generar una mayor conexión con los demás y poder encontrarnos cómodos al tener una relación social o laboral.

1. Dificultades

Para entender qué siente una persona también tenemos que entender cómo es su día a día. Saber los obstáculos que debe enfrentar o todo lo que ha tenido que pasar para llegar hasta aquí, conocer su dolor, nos ayuda a generar empatía hacia esa persona.

Haz ese ejercicio de forma deliberada con algunas personas y verás cómo, con el paso del tiempo, se convierte en algo automático.

2. Escucha activa

Haz partícipe al otro de que de verdad le estás escuchando. Asiente con la cabeza o reformula lo que escuchas. Puedes también exponer conclusiones objetivas donde incluyas la emoción que crees que esa persona está sintiendo. No importa si esto alarga la conversación ya que el nivel de profundidad que se alcanza merece la pena.

3. Sal de tu esquema

Juzgamos a los demás en base a nuestra experiencia, no a la suya. Nuestra educación puede diferir mucho de la de los demás, al igual que nuestro modo de vida. Esto nos hace crear un modelo que creemos que encaja en el de todas las personas.

Cuando te relaciones con los demás, no lo hagas desde tu estado de pensamiento, sino desde la apertura mental.

4. Estoy equivocado

Querer tener siempre razón coloca un muro entre la otra persona y uno mismo, por lo que nos desconecta de nuestra parte empática. Para combatirlo, asume que no siempre se tiene la razón y que, además, desde este punto también se puede vivir de forma plena. No debemos aferrarnos a nuestra necesidad de control. Nos alejará siempre de los demás.

5. Inseguridad

Cuando no nos sentimos seguros, no creamos lazos de confianza ni dejamos que los demás entren en nuestra vida. Para ello, dejamos de usar la empatía y creamos aislamiento o círculos muy cerrados. Esos miedos parten de nosotros mismos, del temor a que nos dañen. Asumir que el otro no es responsable de nuestra inseguridad puede ayudarnos a acercarnos a los demás.

La empatía es una habilidad innata que debe potenciarse desde la infancia, pero que acaba viéndose como algo que nos hace débil, ya que las emociones de los demás calan en nosotros. Sin embargo, no podemos ser selectivos y dejamos de ser empáticos en todas las áreas de nuestra vida, lo que nos repercutirá negativamente a nivel social si no adquirimos herramientas que lo contrarresten.