Llega el renacido Madrid de Solari al Camp Nou. Llega impulsado por la nueva dimensión goleadora de Benzema y los alegres regates del descarado Vinicius para arrebatarle la Copa al Barça, que ha encadenado cuatro consecutivas. Llega en un momento en que a Valverde le sobran centrales (tienes seis en nómina, cinco a la espera de que se recupere Umtiti), le faltan laterales izquierdos (no hay nadie que sea un verdadero especialista para cubrir al imprescindible Jordi Alba) y vive, sobre todo, pendiente de las molestias musculares de Messi.

De momento, la estrella argentina no se entrenó con el equipo. Y el club no quiere correr riesgo alguno. Tampoco el propio Messi. Se trata del Madrid, pero no es un choque decisivo sino la ida de las semifinales de la Copa. Por lo tanto, ni el jugador ni Valverde, asumiendo el calendario que le viene ahora mismo al Barça en estas próximas cuatro semanas (Athletic, Valladolid, Lyón, Sevilla, Madrid, Copa, Madrid, Liga), están dispuestos a cometer errores forzando su presencia. Teniendo en cuenta, además, que la Champions está a la vuelta de la esquina.

PENDIENTE DE LAS SENSACIONES

Todo dependerá de cómo se sienta Messi horas antes del clásico. Esta misma tarde, apenas 24 horas antes del duelo, se someterá a diversas pruebas para verificar si han desaparecido esas molestias musculares que padeció en su pierna derecha tras chocar con Lato, el defensa del Valencia, el pasado sábado. Será, como acostumbra a ser, lo que decida Leo, cuyo orden de prioridades lo marcó él mismo al inicio de temporada. Reconquistar la Champions, “esa copa tan linda y tan deseada”, aparece en el primer puesto seguido de la Liga y acabando su trío con la Copa.

Una charla final entre Valverde y la estrella arrojará más luz hoy sobre este asunto cuando el Barça anuncie, tras el entrenamiento vespertino, si entra en la lista de convocados o, finalmente, se queda fuera para evitar más recaídas.

El problema para Valverde no es solo la posible ausencia de Messi sino que tiene, por una razón u otra, a su ataque maltrecho. Hace dos semanas se quedó sin Dembélé, justo cuando estaba disfrutando de su mejor momento. El francés retornó ayer a los entrenamientos, pero lo hizo en solitario. Valverde ya dejó claro que no sabría si podía contar con él para la Copa una vez cumplidos los 15 días de baja por el esguince en el tobillo izquierdo que padeció ante el Leganés en el Camp Nou.

AGUARDANDO A COUTINHO

Mientras se mantiene la duda de Messi y la incógnita de Dembélé, las dos piezas más desequilibrantes de la delantera azulgrana por su capacidad de regate, el técnico busca recobrar la mejor versión de Suárez, capaz de ser protagonista en la remontada del Sevilla (un gol y una asistencia) como de no tener peso alguno contra el Valencia. En idéntica situación se halla también Coutinho, cuya irregularidad lastra el ataque barcelonista. No hay manera de que encadene dos partidos consecutivos siendo decisivo. Brilló en la Copa (dos tantos), desapareció en la Liga. Así es la discontinua vida del brasileño.

Valverde, paciente como es, no desiste en tan larga espera. Sea por obligación (estas dos semanas sin Dembélé) o por auténtica convicción, Coutinho ha sido titular en siete de los ocho últimos partidos del Barça, prueba de la fe futbolística que le profesa el técnico.